Nos encontramos frente a una
de las obras del paradigma de genio renacentista que abarcó todas las artes. Miguel Ángel Buonarroti nació en
Caprese en 1475 y murió en 1564. Desde muy pequeño tuvo debilidad
por el arte, aunque esto no fue aceptado por sus padres. Su máximo rival fue
Leonardo da Vinci, y al igual que él y que Rafael, cultivó y trabajó con
maestría la pintura, arquitectura, el dibujo y especialmente la escultura. Así
pues, como escultor supo crear la que ha sido considerada la escultura más
bella y perfecta del mundo, que pronto se convirtió en el ideal del arte renacentista. Miguel Ángel trabajó incansablemente
hasta los 89 años y su cuerpo está enterrado en la Basílica de Santa Croce de
Florencia, ciudad donde creció y dio sus primeros pasos como artista. El autor encarnó
los valores del Renacimiento, con retorno a los modelos clásicos, exaltando la
figura humana desnuda y su conciliación con la naturaleza. Sus obras, algunas
incluso inacabadas, han servido de inspiración para otros artistas.
Asimilable en sus inicios a
la corriente del Cinquecento, en su
magnífica obra es apreciable, casi desde los comienzos de la misma, una potente
manifestación de los sentimientos que derivará en monumentales y poderosas
figuras como esta. Esta majestuosa obra tiene su origen en un bloque de mármol
de gran altura y muy estrecho, principal dificultad que encontraron los
diversos escultores. Fue extraido de la cantera de Fantiscutti en Carrara y
transportado a Florencia. Este bloque había sido dañado por los autores que habían
intentado esculpirlo y que, debido a la dificultad que esto suponía,
abandonaron el trabajo. Por ello, las autoridades del Duomo de Florencia,
comenzaron la búsqueda de un escultor que pudiera dar empleo al bloque. Miguel
Ángel, que entonces tenía veintiséis años, solicitó que se le concediera la
obra. Lo que decantó la elección fue la seguridad del artista de que con dicho
bloque sería capaz de construir la colosal estatua y hacerlo “ex uno lapide”, es decir, de una sola
pieza. Así pues, el proyecto fue empezado por el autor en 1501. Trabajó sin cesar durante meses, y bajo la acción del cincel la figura fue cobrando
vida. Finalmente, en 1504 terminaría
la escultura. Pero la historia no acaba ahí, pues la localización de la obra ya
fue motivo de controversia. En un principio, la idea era colocar la escultura
en la Catedral de Florencia, apoyada en un contrafuerte, pero entonces se
perdía la visión trasera de la estatua y la visión de la honda que iba a la
espalda. Finalmente la Piazza de la
Signiora fue el lugar escogido. Pero los problemas continuaron, ya que la mirada amenazante de la escultura además
de su desnudez, creaban una gran
polémica. Si ponían la obra mirando a Pisa, simbolizaría el deseo de Florencia
de reconquistarla, pero si la ponían mirando a Roma, parecería una mirada de
despecho a un lugar donde el papa Alejandro VI había cobijado a los Medici, que
habían sido expulsados por el gobierno florentino. Esta última opción fue la
elegida y el pueblo llano reaccionó apedreando el David en su traslado desde el
taller al nuevo emplazamiento. Además hay que destacar el complicado mecanismo
que tuvieron que utilizar para transportar al “Gigante” como se le llamaba a la obra, debido a las estrechas
calles y las dificultades que estas producían, mediante el cual la escultura
parecía flotar. Actualmente se encuentra en la Galería de la Academia de Florencia, bajo una cúpula desde donde se
puede ver en todo su esplendor. En su emplazamiento anterior se encuentra una
copia a tamaño real realizada también en mármol.
Para entender la importancia
de la obra, hay que tener en cuenta varios elementos: sus proporciones, sus características plásticas y su simbología.
En primer lugar hablaremos
de su temática y simbología. Para la representación de
la escultura, el artista eligió el momento previo al enfrentamiento de David
con el gigante Goliat. Además, fue acogida como un símbolo de la República de Florencia. Por otra parte esta escultura
simboliza las virtudes físicas
masculinas y las virtudes morales, y no solo del hombre, sino de la
sociedad republicana de Florencia.
Debido a la temática de la
obra, la escultura presenta el aspecto contenido y expectante con rasgos
típicos de un luchador que se apresta al combate. Esto se percibe en la mirada
del David, enormemente penetrante y también en su tensión corporal. Como vemos en la musculatura y los detalles de
los tendones y las venas recorriendo sus
extremidades.
El David se presenta como un
adolescente desnudo, lo que permite
el estudio anatómico de la
escultura. Así, podemos ver cómo está sometido a las desproporciones propias de la edad: la cabeza, grande, aumenta en
volumen con la cabellera rizada, además los brazos largos y las manos grandes y
pesadas, las caderas estrechas y las piernas excesivamente separadas. Todos los
miembros manifiestan un reposo tenso.
Atendiendo a sus aspectos técnicos, la escultura es de mármol blanco mide 5, 17 metros de
altura, dato que se ha conocido recientemente gracias a unos estudios que
cambiaron la altura de la escultura, ya que anteriormente se pensaba que medía
4,34 metros. Pesa 5,5 toneladas. Es una escultura exenta de bulto redondo que rompe con la frontalidad, el equilibrio
y la simetría, gracias al ligero contrapposto que presenta. Como
vemos, la pierna izquierda se adelanta a la derecha, el brazo izquierdo se
eleva en una curva casi tocando el hombro y sujetando la honda, y el derecho
permanece caído hacia abajo con la mano tocando el muslo. A su vez, la cabeza
mira hacia la izquierda y el torso se curva sutilmente. Como he dicho
anteriormente, todo el cuerpo transmite cierta tensión, especialmente en la
cara ya que presenta el ceño fruncido, la mirada fija en un punto. Todo ello
hace que la “acción en reposo”
denominada así por los especialistas y típica en las obras de Miguel Ángel, es
también esencial en esta obra. Consiste en la exteriorización de la intención
de realizar la acción a través de la mirada.
Analizando más detenidamente
el rostro, observamos que contiene en su conjunto la idea de “terribilitá”, término atribuido a
Miguel Ángel. La tensión contenida, las fosas nasales abiertas, la mueca de
odio etc, nos hacen sentir como si de un momento a otro toda su ira y potencia
fueran a estallar. Además el autor utiliza la técnica del trépano para dar mayor realismo al pelo de David y a los ojos,
marcando los párpados y el iris y cargando así la expresión de dramatismo.
Además, el David ha sido
víctima de numerosos ataques y percances a lo largo de su historia.
En primer lugar, fue apedreado por jóvenes partidarios de los Médici. Más tarde un rayo cayó sobre la base de la
escultura. Durante una revuelta popular le fue amputado el brazo izquierdo,
tras caerle un banco lanzado desde una ventana. El brazo fue repuesto dieciséis
años después. Como hecho importante, fue llevada a cabo una limpieza con ácido
clorhídrico en la
superficie completa de la escultura, eliminándose la pátina protectora que
Miguel Ángel había aplicado al David y dejando el mármol expuesto a las
inclemencias meteorológicas. Esto explica que no brille como las demás
esculturas de mármol. También, un hombre destruyó un dedo del pie izquierdo del
David tras golpearlo con un martillo. El dedo fue reconstruido posteriormente.
Las investigaciones hechas a partir de fragmentos de mármol recuperados tras el
ataque de Cannata permitieron conocer que el tipo de mármol con el que estaba
construido el David contenía hoyos microscópicos que producían una degradación
mayor que la de otros tipos de mármol.[]
La obra ha sido restaurada varias veces.
Encontramos varias citas relacionadas con el autor y la obra. La más
famosa, de Miguel Ángel, que demostrando su humildad siempre decía “Yo solo quito lo que sobra”. Relacionada
con ésta, encontramos otra en la que dijo « En cada bloque de mármol veo una estatua tan clara como si se
pusiera delante de mí, en forma y acabado de actitud y acción. Sólo tengo que
labrar fuera de las paredes rugosas que aprisionan la aparición preciosa para
revelar a los otros ojos como los veo con los míos. »
Vasari dijo a cerca del David: “De
igual modo que él defendió a su pueblo y lo gobernó con justicia, así quienes
rigen los destinos de esta ciudad deben defenderla con arrojo y gobernarla con
justicia” Lo que nos ayuda a entender el significado que la obra pudo tener
en la República Florentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario