LAS HILANDERAS
Esta cuadro es una de las obras cumbre de Diego Rodríguez de
Silva y Velázquez que nació el 6 de abril de 1599 en Sevilla. Pertenece a su última etapa en la cual también pintó
Las meninas. Hay que destacar sus etapas anteriores que son la etapa sevillana,
la primera etapa madrileña en la que pintó El triunfo de Baco, su primer viaje
a Italia donde realizó La fragua de Vulcano, la segunda etapa madrileña con La
rendición de Breda y el segundo viaje a Italia donde destaca Vistas del jardín
de la Villa Médicis. Todas ellas preceden a esta etapa final en Madrid que se
desarrolló entre 1651 y 1660, y destaca porque realizó las obras más
extraordinarias. Aquí su pincelada se hizo más suelta y consiguió emplear la
luz representando de una manera extraordinaria la perspectiva aérea.
Pero su producción fue más limitada porque su interés se
centraba en conseguir el hábito de la Orden de Santiago, lo que suponía el
ennoblecimiento de su familia. También hay que destacar que desempeñaba tareas
como la de Ayudante de Cámara y Aposentador Mayor de Palacio puesto que trabajó
durante casi toda la vida para el rey Felipe IV.
Pero la vida de Velázquez llegó a su fin cuando regresó de
Fuenterrabía tras haber sido el encargado de entregar a la infanta María Teresa
de Austria al rey francés Luis XIV para su unión en matrimonio. Falleció el 6
de agosto de 1660, con 61 años.
Las hilanderas fue realizado hacia 1657 para don Pedro de
Arce, montero real. Entre 1734 y 1772 estuvo en el Palacio del Buen Retiro, más
tarde de 1772 hasta 1794 figura en los inventarios del Palacio Real de Madrid y
finalmente en 1819 ingresó en las colecciones del Museo del Prado donde se encuentra actualmente.
Se trata de una pintura mueble efectuada con óleo sobre lienzo cuyas medidas son 220
cm por 289 cm.
Es una obra en la que se representa un tema mitológico porque trata del mito narrado por Ovidio en las
Metamorfosis. Aracné era una joven lidia que presumía de ser la mejor tejedora
y un día se atrevió a retar a Atenea. Realizaron un concurso en el que la joven
tejió un tapiz donde se representaba el rapto de Europa que es una de las
infidelidades del padre de la diosa, Zeus. Entonces Atenea muy dolida la
convirtió en araña condenándola a tejer durante toda su vida.
En este cuadro se diferencian dos planos, en los que parece que se represente un día cotidiano en
la Fábrica de Tapices de Santa Isabel. Sin embargo, en el primer plano se puede
observar la representación del concurso entre Atenea que es la hilandera que
está de frente con un aspecto más envejecido ya que se disfrazó de señora
mayor. Ésta establece un contacto con la mujer que está a su lado mediante una
mirada. Al otro lado se encuentra Aracné de espaldas manejando una madeja, ella
está concentrada en su trabajo al igual que su ayudante. Por lo tanto hay una
oposición entre ambas.
En el centro de este primer plano está una joven agachada
recogiendo unas lanas del suelo y a sus pies hay un gato.
Y en un segundo plano se distingue a tres mujeres ricamente
vestidas que observan el tapiz. Cabe destacar el instrumento que está a la
izquierda y a la mujer de la derecha que es la única figura que mira fijamente
al espectador como si le invitara a que se una a la escena. Y al fondo está el
tapiz del rapto de Europa, haciendo un homenaje a un cuadro que realizó Tiziano
para Felipe II. Aracné es la figura del centro del tapiz que viste un atuendo
con plegados clásicos y la diosa Atenea está a la izquierda vistiendo su
armadura.
En cuanto a la composición
cabe destacar que es una de las más complejas. Por ejemplo se observa un
triángulo en la mujer que está agachada y la que está detrás en el segundo
plano, está composición está comunicada por el brazo extendido de Aracné.
Destacan las líneas diagonales como las que forman Atenea con la pierna
estirada y su ayudante, la tabla inclinada sobre la que está la rueca o el rayo
de luz que se encuentra en la segunda estancia. También hay formas circulares
como la rueca o el ovillo de lana que está en el suelo. Y líneas verticales
como la del muro u horizontal como las de las escaleras.
Una de las características del Barroco que aparecen en esta
obra es el carácter teatral porque
en el primer plano destaca el telón que parece que está abriendo una mujer en
la parte izquierda como dando comienzo a la fábula.
A esto hay que sumarle la magnífica perspectiva aérea que realiza Velázquez mediante la luz creando un
suave contraste entre las zonas iluminadas y las oscuras consiguiendo así una
luz vaporosa. Así consigue que haya una sensación de aire entre las figuras y
el primer plano queda más nítido que el segundo.
La representación del movimiento
es un aspecto que hace referencia a la genialidad de Velázquez. Este movimiento
lo consigue en el giro de la rueda de hilar, en la que se representa no solo el
instrumento, sino el movimiento mismo. Además también se distingue el
movimiento en las hilanderas que están realizando su labor o en la mujer que
está agachada recogiendo las lanas a la que le da una sensación de borroso,
esto da la sensación de instantánea.
Se aprecia que utiliza unas gamas reducidas de colores, una paleta casi monocroma en
pinturas de capa finas y diluidas. Hay una gran variedad de ocres, tierras,
óxidos. Se diferencian los colores cálidos como el rojo (primario), naranja
(secundario), ocre; y los fríos como azules (primario) y grises en el fondo.
La pincelada que utiliza es muy suelta, siendo propio de su
última etapa.
Tratando la luz,
se puede distinguir que procede del exterior. En el primer plano hay una
ventana tras el telón, pero esta apenas ilumina como podemos ver en la pared
contraria que está en penumbra. Y por otro lado en el segundo plano la luz
también procede de una ventana situada en la parte izquierda, de ella entra un
rayo de luz fácilmente distinguible observando el tapiz, así se puede decir que
se busca el claroscuro pero difuminado.
Una de las anécdotas de este cuadro es que sus dimensiones
tuvieron que ser ampliadas en el alto y el ancho por el daño sufrido en el
incendio del Alcázar de Madrid en 1734.
A lo largo del tiempo ha habido distintas interpretaciones
sobre el cuadro una de las primeras fue como dijo Camón Aznar: “Debido a la
elegancia y distinción de estas damas elegantemente vestidas, y hasta una
cierta semejanza con la infanta, nos hacen suponer que se trata de una visita
de la infanta María Teresa y sus damas a la fábrica de tapices de Santa Isabel”.
Y finalmente también hay que señalar que Velázquez utilizó
esta fábula para expresar que la tapicería, al igual que la pintura es un arte
liberal.
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