sábado, 15 de marzo de 2014

LAS MENINAS DE VELÁZQUEZ


LAS MENINAS DE VELÁZQUEZ.
Nos encontramos ante uno de los mejores artistas de la historia del arte, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez considerado figura cumbre de la pintura barroca española. Nació en Sevilla el 6 de abril de 1599 y murió en Madrid el 6 de agosto de 1660. Durante su vida como artista, abordó gran variedad temática, con pinturas de carácter religioso, mitológico, retratos, obras de género etc.
Pasó por varias etapas, comenzando como alumno de la de Francisco Herrera el Viejo, quien no supo aprovechar el gran talento del joven. Así Velázquez  ingresó en el taller de Francisco Pacheco, quien supo orientar al joven alumno sacando todo su potencial, sabiendo que en él se escondía un genio de la pintura. Éste además le orientó hacia el tenebrismo. Durante esta primera etapa, pintó con gran realismo como se muestra en El Aguador de Sevilla. La segunda etapa, la madrileña, dividida en varias, en ella empezó a pintar retratos reales para la corte en Madrid como el de Felipe IV. Su obra más destacada en esta etapa es El Triunfo de Baco, de la mitología clásica. A continuación realizó su primer viaje a Italia en el que pintó la famosa Fragua de Vulcano. En la segunda etapa madrileña destaca La rendición de Breda. En su segundo viaje a Italia pintó Las Vistas del jardín de la Villa Médicis y La Venus del Espejo. Finalmente, en la etapa final regresó a Madrid donde pasó sus últimos nueve años de vida. Hasta 1660, logró las obras más extraordinarias con una pincelada cada vez más suelta. Además empleó la luz representando de forma magnífica la perspectiva aérea.  Entre ellas, destacan Las hilanderas y Las meninas, obra que comentaré a continuación.
Las meninas, o La familia, como también ha sido llamada, es considerada la obra más famosa de Diego Velázquez. Se cree que fue pintada por el genial artista sevillano en 1656.  Aunque no fue su último trabajo, en esta obra el autor alcanza la cúspide de su evolución constante y realiza una obra que en un sentido pictórico, jamás podrá ser superada. Es el súmmum de la historia de la pintura. Según Antonio Palomino, la fecha es bastante razonable si tenemos en cuenta que la infanta Margarita nació el 12 de julio de 1651 y aparenta unos cinco años de edad. Nos situamos así en la época del Barroco, siglo XVII, cuando España era uno de los grandes defensores de la Contrarreforma Católica.
Analizando los aspectos técnicos de la pintura, podemos afirmar que es un óleo sobre lienzo, de 310 por 276 centímetros, como ya he nombrado, de arte o estilo Barroco. Para clasificarlo de una forma general, debemos destacar primero que hay diversas interpretaciones sobre lo que el autor quería pintar realmente. Unos dicen que el cuadro es un retrato colectivo, una instantánea de la infanta y a las meninas, y de la vida en el palacio. Otros, piensan que Velázquez pinta a los reyes, reflejados en el espejo que vemos al fondo, ya que parecen posar para él. Pero esta opción debemos eliminarla puesto que no se ha encontrado ningún cuadro de los reyes de tales dimensiones. Entre todas, la que parece ser la real, es la que dice que el autor solo pretendía proponer un juego al espectador, mediante un recurso artístico, ya que lo que realmente quería pintar es lo que vemos en el cuadro, tal y como puede apreciarse. Él ya lo tenía así en mente.
Refiriéndonos a los personajes que aparecen, encontramos que la figura principal es la Infanta Margarita, pintada con unos cinco años de edad, uno de los personajes de la familia real que más pintó Velázquez, a la que pintó por primera vez con tan solo dos años de edad. A su izquierda se encuentra Isabel de Velasco, que se encuentra de pie con la falda de guardainfante en actitud de reverencia. Es una de las meninas de la infanta. Se les llamaba así a las mujeres que desde corta edad entraban en palacio a servir a la reina o a las infantas. A la derecha de la Infanta, se encuentra María Agustina Sarmiento de Sotomayor, la otra menina que ofrece agua en un búcaro y se reclina ante la Infanta. Por otra parte, vemos a Mari Bárbola, la enana que vemos a la derecha del cuadro, que entró en palacio en el año que nació la Infanta. A su lado, Nicolasillo Pertusato, enano de origen noble que llegó a ser ayuda de cámara del rey, situado en primer término junto a un perro mastín en actitud de reposo. Marcela de Ulloa es la encargada de cuidar y vigilar a las doncellas que rodeaban a la Infanta Margarita, representada en la pintura con vestimentas de viuda y hablando con otro personaje, el cual es el único del que no tenemos constancia. El mayordomo José Nieto, observa la escena desde la escalera del fondo. También, aparecen reflejados en el espejo que observamos, los reyes Felipe IV y su esposa Mariana de Austria. Por último, aparece la figura de Diego Velázquez el propio autor, de pie, delante de un gran lienzo y con una paleta y pincel en sus manos y la llave de ayuda de cámara en la cintura. Una curiosidad que observamos en su autorretrato es que lleva en el pecho el emblema del caballero de la Orden de Santiago, el cual, según algunas fuentes fue pintado posteriormente cuando fue admitido en esta orden en 1659. Otros dicen que lo pintó el mismo para resaltar la figura de artista.
El espacio representado corresponde al llamado Cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid, estancia rectangular de unos veinte metros de largo y cinco de ancho, que tenía una escalera al fondo y se iluminaba por siete ventanas, aunque el autor solo pinta cinco de ellas al cortar la sala. Este lugar estaba decorado con pinturas mitológicas copiadas de Rubens, que podemos apreciar al fondo de la estancia.
En cuanto a la composición, podemos decir que es enormemente compleja. El pintor nos presenta a once personas más el perro mastín, situadas en torno a dos ejes que determinan el cuadro, vertical y horizontal. Así, el autor logra principalmente un juego de verticales y horizontales que aparece compensado por la doble curva desde el pintor a Marcela de Ulloa y de ella a Nicolasillo. Podríamos decir que tiene varias composiciones: en primer lugar, la triangular. Encontramos un triángulo irregular cuyo vértice es la menina Isabel de Velasco. También, si tomamos como vértice la cabeza del mayordomo, observamos un triángulo diferente. Además, otro triángulo isósceles recoge a Margarita y a Agustina de Sarmiento. Por otra parte, podemos ver un círculo perfecto tomando como puntos las cabezas de la Infanta y las meninas de sus lados, junto con la cabeza del pintor. Hay que destacar que varios personajes miran al espectador directamente. Encontramos varias diagonales, como la que se forma desde la cabeza del pintor pasando por la cabeza de la Infanta, otra en la posición inclinada de una de las meninas, también en la que forman las cabezas de los personajes a la derecha del cuadro y la diagonal formada por la mirada de la menina de la izquierda de Margarita hacia ella. Todas las figuras se sitúan en tres planos distintos dando tridimensionalidad.
Uno de los aspectos por los que destaca principalmente el cuadro es el conjunto de  perspectivas. Podemos observar el uso del la perspectiva lineal, tomando como punto de fuga la puerta del fondo, de la que saldrían varias líneas imaginarias. Además también predomina la perspectiva aérea, que como sabemos consiste en una degradación de color a medida que se alejan las figuras representadas, pintando con mayor claridad las situadas más cerca del espectador y difuminando los contornos a medida que se alejan, creando así la sensación atmosférica entre las figuras. Observamos también un juego espacial importante, ya que la escena está tomada desde un ángulo de la estancia que se cierra a la derecha con el escorzo de una pared, otros escorzos son por ejemplo, el que presentan la puerta, el perro etc.
Refiriéndonos a la luz, encontramos varios focos. En primer lugar, el potente foco de luz que penetra desde la primera ventana de la derecha, inunda el primer plano, apuntando directamente a la infanta, a María Agustina Sarmiento y, parcialmente a la otra menina, pero deja en contraluz a los enanos, el perro y el rostro de Isabel de Velasco. El segundo plano permanecería así en semipenumbra. Por otra parte, en el fondo encontramos un nuevo foco de luz, que surge de la puerta entreabierta por el mayordomo en las escaleras. El espejo quedaría también ligeramente iluminado.
Como ya he nombrado, la pincelada empleada no puede ser más suelta, trabajando cada uno de los detalles de los vestidos y adornos a base de pinceladas empastadas, que anticipan la pintura impresionista. Además, realiza con gran genialidad las texturas y calidades, como observamos en el brillo de la seda de los vestidos, y el gran realismo que logra en el perro. Interesante es también el espejo del fondo, del que ya he hablado, que podría estar influenciado por el espejo representado en la obra El matrimonio Arnolfini de Jan Van Eyck.
En cuanto a la gama cromática utilizada por el pintor, podemos decir que predominan los grises o blancos grisáceos y los ocres de los vestidos, también tonalidades plateadas, al tiempo de las notas de color rojo distribuidas por el lienzo, como es la Cruz de Santiago, los colores de la paleta de Velázquez, el búcaro, los detalles en la infanta y de la menina, y el rojo en el traje de Nicolasito. Así, el color rojo estaría clasificado en los colores primarios. La suma de los colores primarios daría el blanco y el negro apreciables principalmente en el segundo y tercer plano, tanto en algunos ropajes de los personajes como en la oscuridad de la habitación. Por otra parte, como colores terciarios encontramos el marrón, en distintas tonalidades, principalmente en partes del pelo del perro y en el pelo de algunos personajes. En colores cálidos situaríamos el rojo, ocre y  marrón, que predominan más en el primer plano,  y en colores fríos, los grises o blancos grisáceos, junto con los negros.


Actualmente podemos encontrar la obra en el Museo Nacional del Prado en Madrid.
El cuadro de Las Meninas ha tenido gran influencia en las obras de otros autores como, Luca Giordano, Juan Bautista Martínez del Mazo o Francisco de Goya y Lucientes. Influye también en el escultor Manolo Valdés que realizó Las meninas de bronce.
Por último, encontramos algunas citas relacionadas con la obra:
Carl Justi dijo: "No hay cuadro alguno que nos haga olvidar éste".
Frente al cuadro, al ver la pintura tan parecida a la realidad, el poeta romántico francés Théophile Gautier exclamó: "¿Dónde está el cuadro?".
Cuando se le preguntó a Dalí qué salvaría del museo del Prado en caso de incendio dijo «el aire de Las Meninas».[
El pintor barroco Luca Giordano dijo del cuadro que era “la teología de la pintura”

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