LAS
MENINAS DE VELÁZQUEZ.
Nos encontramos ante uno de los
mejores artistas de la historia del arte, Diego
Rodríguez de Silva y Velázquez considerado figura cumbre de la pintura
barroca española. Nació en Sevilla
el 6 de abril de 1599 y murió en Madrid el 6 de agosto de 1660. Durante su vida como artista,
abordó gran variedad temática, con
pinturas de carácter religioso, mitológico, retratos, obras de género etc.
Pasó por varias etapas, comenzando como alumno de la de
Francisco Herrera el Viejo, quien no supo aprovechar el gran talento del
joven. Así Velázquez ingresó en el taller de Francisco Pacheco, quien supo
orientar al joven alumno sacando todo su potencial, sabiendo que en él se
escondía un genio de la pintura. Éste además le orientó hacia el tenebrismo.
Durante esta primera etapa, pintó con
gran realismo como se muestra en El
Aguador de Sevilla. La segunda etapa,
la madrileña, dividida en varias, en
ella empezó a pintar retratos reales para la corte en Madrid como el de Felipe IV. Su obra más destacada en esta
etapa es El Triunfo de Baco, de la
mitología clásica. A continuación realizó su primer viaje a Italia en el que pintó la famosa Fragua de Vulcano. En la segunda etapa madrileña destaca La rendición de Breda. En su segundo viaje a Italia pintó Las Vistas del jardín de la Villa Médicis y La Venus del Espejo. Finalmente, en la etapa final regresó a Madrid donde pasó sus últimos nueve
años de vida. Hasta 1660, logró las obras más extraordinarias con una pincelada
cada vez más suelta. Además empleó la luz representando de forma magnífica la
perspectiva aérea. Entre ellas, destacan
Las hilanderas y Las meninas, obra que comentaré a continuación.
Las meninas, o La familia, como también
ha sido llamada, es considerada la obra más famosa de Diego Velázquez. Se cree
que fue pintada por el genial artista sevillano en 1656. Aunque no fue su
último trabajo, en esta obra el autor alcanza la cúspide de su evolución
constante y realiza una obra que en un sentido pictórico, jamás podrá ser
superada. Es el súmmum de la historia de
la pintura. Según Antonio Palomino, la fecha es bastante razonable si tenemos en cuenta
que la infanta Margarita nació el 12 de julio de 1651 y aparenta unos cinco
años de edad. Nos situamos así en la época del Barroco, siglo XVII, cuando
España era uno de los grandes defensores de la Contrarreforma Católica.
Analizando los aspectos técnicos de la pintura, podemos
afirmar que es un óleo sobre lienzo,
de 310 por 276 centímetros, como ya he nombrado, de arte o estilo Barroco. Para clasificarlo de una forma
general, debemos destacar primero que hay diversas interpretaciones sobre lo
que el autor quería pintar realmente. Unos dicen que el cuadro es un retrato
colectivo, una instantánea de la infanta y a las meninas, y de la vida en el
palacio. Otros, piensan que Velázquez pinta a los reyes, reflejados en el
espejo que vemos al fondo, ya que parecen posar para él. Pero esta opción
debemos eliminarla puesto que no se ha encontrado ningún cuadro de los reyes de
tales dimensiones. Entre todas, la que parece ser la real, es la que dice que
el autor solo pretendía proponer un juego al espectador, mediante un recurso
artístico, ya que lo que realmente quería pintar es lo que vemos en el cuadro,
tal y como puede apreciarse. Él ya lo tenía así en mente.
Refiriéndonos a los personajes que aparecen, encontramos
que la figura principal es la Infanta Margarita, pintada con unos cinco
años de edad, uno de los personajes de la familia real que más pintó Velázquez,
a la que pintó por primera vez con tan solo dos años de edad. A su izquierda se
encuentra Isabel de Velasco, que se encuentra de pie con la falda de
guardainfante en actitud de reverencia. Es una de las meninas de la infanta. Se
les llamaba así a las mujeres que desde corta edad entraban en palacio a servir
a la reina o a las infantas. A la derecha de la Infanta, se encuentra María
Agustina Sarmiento de Sotomayor, la otra menina que ofrece agua en un
búcaro y se reclina ante la Infanta. Por otra parte, vemos a Mari Bárbola,
la enana que vemos a la derecha del cuadro, que entró en palacio en el año que
nació la Infanta. A su lado, Nicolasillo Pertusato, enano de origen
noble que llegó a ser ayuda de cámara del rey, situado en primer término junto
a un perro mastín en actitud de reposo. Marcela de Ulloa es la
encargada de cuidar y vigilar a las doncellas que rodeaban a la Infanta
Margarita, representada en la pintura con vestimentas de viuda y hablando con
otro personaje, el cual es el único del que no tenemos constancia. El mayordomo
José Nieto, observa la escena desde la escalera del fondo. También,
aparecen reflejados en el espejo que observamos, los reyes Felipe IV y su
esposa Mariana de Austria. Por último, aparece la figura de Diego
Velázquez el propio autor, de pie, delante de un gran lienzo y con una
paleta y pincel en sus manos y la llave de ayuda de cámara en la cintura. Una
curiosidad que observamos en su autorretrato es que lleva en el pecho el
emblema del caballero de la Orden de Santiago, el cual, según algunas fuentes
fue pintado posteriormente cuando fue admitido en esta orden en 1659. Otros
dicen que lo pintó el mismo para resaltar la figura de artista.
El espacio representado corresponde al llamado
Cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid, estancia rectangular de unos veinte
metros de largo y cinco de ancho, que tenía una escalera al fondo y se
iluminaba por siete ventanas, aunque el autor solo pinta cinco de ellas al
cortar la sala. Este lugar estaba decorado con pinturas mitológicas copiadas de
Rubens, que podemos apreciar al fondo de la estancia.
En cuanto a la composición, podemos decir que es
enormemente compleja. El pintor nos presenta a once personas más el perro
mastín, situadas en torno a dos ejes
que determinan el cuadro, vertical y horizontal. Así, el autor logra
principalmente un juego de verticales y horizontales que aparece compensado por
la doble curva desde el pintor a Marcela de Ulloa y de ella a Nicolasillo. Podríamos
decir que tiene varias composiciones: en primer lugar, la triangular. Encontramos un triángulo irregular cuyo vértice es la
menina Isabel de Velasco. También, si tomamos como vértice la cabeza del
mayordomo, observamos un triángulo diferente. Además, otro triángulo isósceles
recoge a Margarita y a Agustina de Sarmiento. Por otra parte, podemos ver un círculo perfecto tomando como puntos
las cabezas de la Infanta y las meninas de sus lados, junto con la cabeza del
pintor. Hay que destacar que varios personajes miran al espectador
directamente. Encontramos varias diagonales, como la que se forma desde la
cabeza del pintor pasando por la cabeza de la Infanta, otra en la posición
inclinada de una de las meninas, también en la que forman las cabezas de los
personajes a la derecha del cuadro y la diagonal formada por la mirada de la
menina de la izquierda de Margarita hacia ella. Todas las figuras se sitúan en tres planos distintos dando tridimensionalidad.
Uno de los aspectos por
los que destaca principalmente el cuadro es el conjunto de perspectivas.
Podemos observar el uso del la perspectiva
lineal, tomando como punto de fuga la puerta del fondo, de la que saldrían
varias líneas imaginarias. Además también predomina la perspectiva aérea, que como sabemos consiste en una degradación de
color a medida que se alejan las figuras representadas, pintando con mayor
claridad las situadas más cerca del espectador y difuminando los contornos a
medida que se alejan, creando así la sensación atmosférica entre las figuras. Observamos
también un juego espacial
importante, ya que la escena está tomada desde un ángulo de la estancia que se
cierra a la derecha con el escorzo de
una pared, otros escorzos son por ejemplo, el que presentan la puerta, el
perro etc.
Refiriéndonos a la luz, encontramos varios focos. En
primer lugar, el potente foco de luz que penetra desde la primera ventana de la
derecha, inunda el primer plano, apuntando directamente a la infanta, a María
Agustina Sarmiento y, parcialmente a la otra menina, pero deja en contraluz a
los enanos, el perro y el rostro de Isabel de Velasco. El segundo plano
permanecería así en semipenumbra. Por otra parte, en el fondo encontramos un
nuevo foco de luz, que surge de la puerta entreabierta por el mayordomo en las
escaleras. El espejo quedaría también ligeramente iluminado.
Como ya he nombrado,
la pincelada empleada no puede ser
más suelta, trabajando cada uno de
los detalles de los vestidos y adornos a base de pinceladas empastadas, que
anticipan la pintura impresionista. Además, realiza con gran genialidad las texturas y calidades, como observamos
en el brillo de la seda de los vestidos, y el gran realismo que logra en el
perro. Interesante es también el espejo del fondo, del que ya he hablado, que
podría estar influenciado por el espejo representado en la obra El matrimonio Arnolfini de Jan Van Eyck.
En cuanto a la gama cromática utilizada por el pintor,
podemos decir que predominan los grises o blancos grisáceos y los ocres de los
vestidos, también tonalidades plateadas, al tiempo de las notas de color rojo
distribuidas por el lienzo, como es la Cruz de Santiago, los colores de la
paleta de Velázquez, el búcaro, los detalles en la infanta y de la menina, y el
rojo en el traje de Nicolasito. Así, el color rojo estaría clasificado en los colores primarios. La suma de los
colores primarios daría el blanco y el negro apreciables principalmente en el
segundo y tercer plano, tanto en algunos ropajes de los personajes como en la
oscuridad de la habitación. Por otra parte, como colores terciarios encontramos el marrón, en distintas tonalidades,
principalmente en partes del pelo del perro y en el pelo de algunos personajes.
En colores cálidos situaríamos el
rojo, ocre y marrón, que predominan más
en el primer plano, y en colores fríos, los grises o blancos
grisáceos, junto con los negros.
Actualmente podemos encontrar la obra en el Museo Nacional del Prado en Madrid.
Actualmente podemos encontrar la obra en el Museo Nacional del Prado en Madrid.
El cuadro de Las Meninas ha
tenido gran influencia en las obras de otros autores como, Luca Giordano, Juan
Bautista Martínez del Mazo o Francisco de Goya y Lucientes. Influye también en
el escultor Manolo Valdés que realizó Las meninas de bronce.
Por último, encontramos algunas
citas relacionadas con la obra:
Carl
Justi
dijo: "No hay cuadro alguno que nos haga olvidar éste".
Frente al cuadro, al ver la
pintura tan parecida a la realidad, el poeta romántico francés Théophile
Gautier exclamó: "¿Dónde está el cuadro?".
Cuando se le
preguntó a Dalí qué salvaría del museo del Prado en caso de incendio dijo «el
aire de Las Meninas».[
El pintor barroco Luca Giordano dijo del cuadro que era
“la teología de la pintura”
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