Martirio de San Felipe
José de Ribera fue un pintor y grabador español del siglo XVII, que desarrolló toda su carrera en Italia, país donde vivió muchos años; allí estuvo muy influenciado por Caravaggio, Tiziano, Veronés, Rembrandt y otros pintores renacentistas. En Nápoles contrajo matrimonio con Catalina Azzorino y tuvieron cinco hijos. Respecto a su pintura se observa que poco a poco se fue alejando de los violentos contrastes tenebristas, cada vez era más clara y luminosa.
Esta obra pictórica de su segunda etapa pictórica (ya que este tuvo varias etapas) pertenece a la escuela española del siglo XVII, en la que destacan los fondos luminosos, las tonalidades claras y el dominio de la diagonal en la composición. El cromatismo se aleja de los tonos terrosos propios del barroco español, acercándose más a la influencia veneciana. Por ello sus cuadros adquieren luminosidad y color. En los últimos años recuperó el tenebrismo de su juventud. Y A la muerte de su esposa, envejecido, vuelve a ennegrecer sus fondos, borra el paisaje luminoso. Sus personajes surgen de la oscura noche o parecen volver a ella.
El tema de la obra es el martirio de San Felipe, es un tema religioso católico donde se muestra a San Felipe en el momento de su ejecución. En el lienzo se representa a Felipe de Betsaida, uno de los apóstoles de Jesús, según cuentan las sagradas escrituras, Felipe era un seguidor de Juan el Bautista y estaba con él cuando Juan señalo a Jesús como hijo de Dios. Fue martirizado y crucificado en Hierápolis, pero atado con cuerdas y no con clavos como a Jesucristo. Ribera representa el cuadro en un momento de sufrimiento contenido como se puede apreciar en el rostro del mártir. Esta obra ha dado lugar a confusiones como la creencia de que el protagonista fue San Bartolomé en lugar de San Felipe, lo cual fue rechazado y aclarado ya que era imposible que se tratara de San Bartolomé porque en la escena no está representado el cuchillo con el que fue degollado y se asigna a San Felipe ya que este fue crucificado con cuerdas no con clavos.
En el óleo podemos observar distintas figuras que expresan y simbolizan cosas diferentes. A la derecha hay un grupo de personas que curiosean la escena y parece que la comentan. A la izquierda por el contrario las personas que aparecen están ajenas a lo que sucede; en este grupo hay una mujer que sostiene en sus brazos un niño pequeño y que mira hacia el espectador, poniendo el contrapunto tierno y delicado a la crueldad que domina el resto de la escena. Algunos críticos han querido ver en esta figura una alegoría de la Caridad cristiana. La obra está Firmada y fechado sobre la piedra, en el ángulo inferior derecho.
Por su técnica y situación se trata de un cuadro pintado al óleo sobre lienzo cuyas medidas son 234cm x 234cm.
La composición gira entorno a dos diagonales, una va desde la mano derecha del santo hasta el pie izquierdo del mismo y la otra va desde las las figuras que se ven a nuestra derecha hasta el pie de uno de los que le elevan al santo. Todo ello se contrasta con la verticalidad del palo de la cruz y de las cuerdas. También se aprecia la línea quebrada formada en el cuerpo del santo; y más arriba se observa que el espacio cerrado formado entre los brazos del santo y la barra de elevación forman un triángulo; a su vez esta barra presenta horizontalidad.
En cuanto al dibujo se observa que no está definido o minucioso.
Respecto a los colores destacan por contraste el rojo del ropaje de uno de los verdugos que es un color cálido con el azul del cielo que es un color frío; ambos colores son primarios. A su vez predominan el marrón, verde, gris y amarillo en tonalidades oscuras; todos estos colores son fríos y secundarios.
En cuanto a la luz podemos decir que proviene del exterior, es natural, e influye sobre todo en el pecho de San Felipe. También se puede apreciar rasgos derivados del tenebrismo de Caravaggio en la parte derecha del mártir y rasgos de las pinturas venecianas en la luminosidad de los rostros de las personas. Estos colores y luz remarcan y agudizan la angustia y el dramatismo ante el martirio.
Por otra parte podemos observar que el autor consiguió dar realismo mostrando diversas calidades de superficies y texturas como la madera de la cruz, el pelo, las cuerdas, la piel de los personajes y los músculos de los verdugos que reflejan el esfuerzo físico en brazos y piernas ya que están alzando al Santo. Todo esto se consigue gracias a la pincelada suelta.
Este lienzo da al espectador una sensación clara de realismo, emoción y teatralidad, que están presentes en gran parte de las obras de José Ribera y propias de esta época, el barroco.
* Medallón dedicado al pintor José de Ribera en la fachada del Museo del Prado. Madrid. Medallón esculpido por Ramón Barba en 1830.
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