jueves, 9 de enero de 2014

CATEDRAL DE CHARTRES

Esta es una catedral de culto católico romano que se sitúa en la ciudad de Chartres, en el departamento de Eure y Loir, a unos 80 kilómetros de París. Se considera uno de los mejores ejemplos de de arquitectura franco-gótica.
 Antiguamente, el montículo donde se sitúa ahora la catedral era un centro de enseñanza druídica a cargo de los celtas y también ejercía de altar donde rendían culto a la Diosa Madre. A partir de entonces, en este emplazamiento han sucedido muchas cosas, y ha sido construida y destruida a lo largo de los siglos en muchas ocasiones (se estima que este es el sexto edificio que se levanta sobre el emplazamiento). El incendio de 1194 quizá fue el más importante, ya que devastó la gran parte de la ciudad y la catedral románica que allí se erigía. Se creyó que fue un castigo divino, pero el tesoro que guardaba una de sus criptas (la túnica de la Virgen) estaba intacto, así que se interpretó como una señal para reconstruirla y la catedral que contemplamos hoy en día fue consagrada en 1260 en presencia de Luis IX el Santo.
Tan sólo 30 años después se construyen las grandes joyas de la obra: sus vidrieras. La mayoría de los 176 vitrales son originales de los siglos XII y XIII, sobreviviendo, casi inexplicablemente, a las dos grandes guerras al ser prudentemente desmontados y guardados.  Escenas bíblicas, y de la vida cotidiana de la época, forman el contenido de un recorrido de cristal de aproximadamente  3.000 m2. Destacan las tres vidrieras de la Portada Real, de mediados del siglo XII, coronadas por el rosetón oeste –ya del siglo XIII- con su magnífico “Juicio Final”. En el alto medievo la finalidad, la esencia, la razón de ser de las vidrieras era seducir al creyente analfabeto a través de la “magia de la luz celestial” que penetraba a través de los cristales del templo.
En cuanto a su planta, es de cruz latina con el crucero de 28 metros, organizado en tres naves. La cabecera, situada al este tiene un deambulatorio radial con cinco capillas semicirculares. La bóveda de crucería central tiene 36 m de altura, la más alta hasta la fecha cuando fue construida. Esta es cuatripartita y está soportada por arbotantes en el exterior. Se suprime la tribuna quedando solamente tres niveles en el alzado de la nave; arcadas, triforio y ventanales. El Triforio es una pequeña galería que se construía en ocasiones sobre la galería y bajo los ventanales para aprovechar el espacio del tejado sobre la tribuna.
Su fachada principal, la del pórtico real, reúne muchas características del gótico. Este pórtico se organiza de una manera tripartita, siendo la portada central de mayor anchura y altura que las laterales, reflejo de la estructura interior de la catedral. Las jambas que separan las distintas puertas están formadas por haces de columnas decorados con figuras de reyes y de personajes del Antiguo Testamento. Estas muestran una actitud serena. En ellas se produce una perspectiva jerárquica, pues los personajes del Antiguo Testamento son de mayor altura que los personajes de la realeza.
La principal se tiene que leer siguiendo el hilo conductor de la "historia de la salvación" (la Virgen, escenas de la vida de Cristo y Cristo en Majestad). La norte del transepto juega un papel de símbolo: por su ubicación no recibía la luz del sol y ello se traducía en un símbolo, el Antiguo Testamento, que aún no había recibido la luz del evangelio. La del sur está dedicada a la iglesia inserta en el mundo (apóstoles, mártires, santos, presididos por el Juicio Final). El artista intenta plasmar una cierta individualización de los personajes.
 Por otra parte, las torres marcan su ímpetu ascensional y están proporcionalmente relacionadas con la fachada (la altura de la torre de la izquierda es el doble que el de la fachada). Las cornisas horizontales la dividen en tres pisos: en la base los tres pórticos, muy ornamentados escultóricamente, en el intermedio, tres grandes ventanales que dan luz al interior; en el tercero, el rosetón, de 12 metros de diámetro, con una estructura geométrica constituida por tres círculos concéntricos, que muestra una escena del Juicio Final a Cristo rodeado de ángeles y los cuatro evangelistas. En los círculos externos ángeles trompeteros y escenas de resurrección, Infierno y Paraíso.
Uno de los elementos más famosos de la catedral es el laberinto trazado sobre el pavimento que data de 1205. Se trata de una composición de trece metros de diámetro grabado en la loza del la catedral, similar al que había en otras catedrales de la época, un enorme trabajo de incrustación de piedras claras y oscuras. En otras iglesias (por ejemplo, en Reims), semejantes laberintos llevaban los nombres de los arquitectos, como homenaje al genial arquitecto Dédalo, quien diseñó en la Antigüedad el laberinto de la corte del rey Minos. También en Chartres existía una placa de cobre, como demuestran los pernos que antaño la sujetaban. En ella, sin embargo, sólo apareció la lucha con el Minotauro. El recorrido simbólico era un ejercicio de igualdad social y de fe, ya que todos los artistas tenían que hacerlo por igual, y todos, aprendices, oficiales y maestros, tenían cabida en el seno de la Iglesia.

Podríamos concluir con una cita de Emerson, “una catedral afirma que está hecha por nosotros y no está hecha por nosotros”, haciendo alusión a su grandeza y magnificencia.

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