miércoles, 19 de marzo de 2014

PLAZA DE SAN PEDRO





Giovanni Lorenzo Bernini, autor de la plaza de San Pedro, nació en Nápoles en 1598 y murió en Roma en 1680. Fue arquitecto, escultor, pintor y dibujante, representa destacadamente el Barroco clásico. Hijo del escultor Pietro Bernini, su familia se estableció en Roma en 1604. Ya era famoso  escultor con 20 años de edad, en 1629  fue nombrado arquitecto de  la plaza San Pedro e ideó el diseño alrededor del obelisco que está en el medio. En su madurez hizo las obras mas importantes durante el pontificado de Alejandro VII, Tuvo por clientes a las grandes familias patricias romanas y hasta, aunque sin éxito, al rey de Francia, Luis XIV.
Centrándonos en la plaza de  San Pedro, Construida por Bernini, se encuentra situada en la ciudad del Vaticano, esta plaza es un recinto Oval rodeado por 4 hileras de columnas extensas (alrededor de 300). Al realizarse un cuadradriportico, aumentan las dificultades para alinear las columnas, la columnata mezcla de elementos de orden toscano como las columnas, pilares y lesenas y jónico en lo restante. Querían mostrar un aspecto severo y austero que diera más importancia a la basílica, aumentando incluso su tamaño. Bernini piensa en dos partes diferenciadas en la plaza piensa en un espacio para la plaza con forma de trapecio cuyo lado más largo corre paralelo a la basílica y crea una sensación visual en la que la basílica parece más grande de lo que es, y otra parte elíptica rodeada por columnas, esta plaza oval se hace con una intención de recibimiento como abrazando a los fieles de este recinto Oval escribió una cita Bernini:
La iglesia de San Pedro, cual matriz de todas las demás debe tener un pórtico que muestre que recibe con los brazos abiertos, maternalmente, a los católicos para confirmarlos en la fe, a los herejes para reunirlos en la Iglesia y a los infieles para iluminarlos hacia la verdadera fe.

La larga serie de las 140 estatuas de santos, cada una corresponde a una columna representa a la Iglesia triunfante en relación con la Iglesia militante, es decir, la multitud de fieles que rezan en la plaza. Las dimensiones de las esculturas, realizadas por colaboradores de Bernini y bajo su supervisión, son exactamente la mitad de las que se colocaron en la fachada de la basílica (con once de los doce apóstoles más San Juan Bautista, y Cristo al centro.
Esta plaza se puede decir que se construya como antesala de la fachada construida por Maderno.
El simbolismo de esta plaza:  Esta plaza tiene una parte de forma trapezoidal, que acompañan la vista del espectador hacia la entrada de la Basílica; Y otro cuerpo de forma  elíptica. Esta Forma tiene un profundo significado simbólico, Bernini en un dibujo adaptó la Basílica como una figura humana, donde la cúpula representaba la cabeza y el columnado eran los brazos abiertos listos para recoger en sí a los peregrinos y a toda la Humanidad. esto se debe a la contrarreforma para asi, de esta forma captar mas fieles.
Anecdotas.
 El Columnado: Está formado por 4 filas de columnas altas y que crean 3 pasillos entre cada fila. El columnado se desarrolla en dos semicirculos que crean una elipse. Si te acercas al centro de la plaza, entre el Obelisco y cada fuente se encuentra un disco de mármol y granito en el piso con el escrito “CENTRO DEL COLONNATO”. Si os posicionáis sobre uno de esos dos discos y observáis hacia las columnas notaréis un efecto óptico.Veréis como si el columnado se encuentra realizado con una sola fila de columnas: las otras 3 filas calzan perfectamente detrás de la primera fila. Este efecto óptico es debido al hecho de que hay un aumento gradual del diámetro de las columnas desde la fila interna hasta la externa en modo que desde ese punto todas se vean de la misma medida. Basta quitar los pies del “Centro del Columnado” para que el efecto óptico se rompa.
  

LA RONDA DE NOCHE

Esta obra es considerada la obra maestra de Rembrandt Ven Rijn, que nació en Holanda en el año 1606. Esta nación se encuentra orgullosa de su reciente independencia. La burguesía calvinista era la clientela de los artistas holandeses, que ya no trabajan por encargo sino que empezaron a producir para el mercado. Los géneros preferidos eran los retratos y la vida cotidiana.

Concretamente Rembrandt nació en Leiden, hijo de un molinero acomodado se instaló en Amsterdam hasta su muerte, ciudad donde recibe la influencia indirecta de Caravaggio, tuvo cuatro hijos con su mujer Saskia de los cuales sólo sobrevive Titus. Era un retratista de prestigio y considerable riqueza. Cuando murió su mujer se inició en él una época de incomprensión artística y dificultades económicas, sin embargo, es en esta época donde realiza sus mejores obras. Rembrandt se preocupa por captar el universo interior del hombre, para él tiene más importancia la veracidad y la sinceridad que la belleza clásica.

G. Simmel “era capaz de representar no lo que existe sino la existencia”

El pintor de la luz dorada ha ejercido una gran influencia en los pintores que han dado importancia al color, como Goya, Delacroix y otros impresionistas.

Respecto a la obra el título correcto es “ La compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willem Van Ruytenburch”. Este título popular se debe a una interpretación en el S. XIX debido a la suciedad del cuadro pero una restauración del cuadro en 1947 demostró que se trataba de una escena divina.

Esta obra fue realizada en 1642. Es un óleo sobre lienzo que tiene unas dimensiones de 3’59 por 4’38 m. que se encuentra en el Rijksmuseum de Amsterdam.

Se trata de un retrato colectivo, típico de la tradición pictórica holandesa por lo que Rembrandt cobró 1600 florines, probablemente los dos oficiales pagaron más por ocupar un lugar privilegiado en el cuadro.

El pintor representa el movimiento en el que la compañía se pone en marcha dirigida para el capitán Cocq y el teniente Van Ruytenburch. Aparecen 16 soldados llevando banderas, mosquetes, alabardas y tambores. También vemos otros personajes como tres niños corriendo y un perro que ladra, que fueron añadidos por el pintor para animar la escena.

Respecto a la composición Rembrandt utiliza la verticalidad, la horizontalidad y líneas diagonales. En el cuadro también podemos observar la perspectiva gracias a que Rembrandt pintó a personajes detrás de los que van delante.

La composición parece desordenada. Presenta al grupo de una forma espontánea y libre captando el momento como si fuera una fotografía. Hay una enorme animación y cada personaje realiza cosas distintas. El centro de la composición lo forman el capitán y el teniente, organizándose el resto en grupos triangulares, con un movimiento curvo. Unas figuras son muy visibles pero otras desaparecen en la penumbra y sólo vemos sus cabezas. Los personajes están colocados en cuatro planos de profundidad. Existen multitud de líneas, con predominio de las diagonales y el zigzag para dar dinamismo.

El color de la obra es muy rico, lleno de contrastes y matices. Destacan el brillante amarillo del traje del teniente, con un fajín rojo anaranjado, frente al negó del traje del capitán en el centro del cuadro. Predominan los tonos cálidos y dorados.

En cuanto a la luz es la auténtica protagonista, la utiliza para componer el cuadro. La técnica es tenebrista, esto es influencia de Caravaggio, utilizó el claroscuro. Crea zonas de penumbra dorada frente a otra fuertemente iluminadas (niña). La luz emana de las propias figuras creando una atmósfera mágica y misteriosa.

Los contornos están diluidos. El cuadro está constituido por la luz y el color.

El autor convierte un acontecimiento normal de la vida noble holandesa en un hecho grandioso. Rompe con las convenciones del retrato del grupo. La mayoría de los retratados se quejaron porque todos no parecían claramente ni mostraban con precisión el rango que poseían. En definición el pintor demuestra su libertad de espíritu y su modernidad.

Por último decir que se han identificado después de cientos de estudios 28 personajes de los 30 que eran antes de un desafortunado recorte por los 4 lados en 1719. Como hacemos el formado original por 2 copias del SXVII.

 

DAVID DE DONATELLO


martes, 18 de marzo de 2014

LA VOCACIÓN DE SAN MATEO

Biografía del autor:
Michelangelo Merisi nació en Milán en 1571. Se formó en Milán, dentro de la estética manierista. Trabajó en Roma, Nápoles, Malta y en Sicilia, es considerado el primer gran exponente de la pintura del Barroco. Su padre, Fermo Merisi, trabajaba como administrador y arquitecto decorador del Marqués de Caravaggio del cual tomaría su nombre Michelangelo. Pertenecía a una familia adinerada y la cercanía entre su familia con las familias Corona y Sforza ayudaron al autor en su carrera como artista.
En 1592 llegó a Roma y durante su estancia pintó cuadros como: Cesto con frutas, donde el cesto se convierte en el protagonista del cuadro, mostrando un realismo casi fotográfico, que nos anticipa a los bodegones que son también representaciones de la  naturaleza muerta o mejor dicho es una obra de arte que representa objetos inanimados, generalmente extraídos de la vida cotidiana, que pueden ser naturales o hechos por el hombre, en un espacio determinado. El Baco, que se supone que es un autorretrato del autor. A Caravaggio le gustaba pintar cuadros en los que aparecían chicos jóvenes de aspecto casi femenino. También destacan obras importantes como La buenaventura y los Jugadores de cartas.
Como la contrarreforma necesitaba adornar sus templos, por primera vez recibe encargos de trabajos religiosos como la Magdalena Penitente. En 1599 al estar bajo la influencia del Cardenal Del Monte fue contratado para decorar la Capilla Contarelli de la Iglesia Romana de San Luis de los Franceses, donde realizó un conjunto formado por tres obras:
  • La primera: situada en la pared de la izquierda de la Capilla es la Vocación de San Mateo.
  • La segunda: situada en la parte derecha es el Martirio de San Mateo
  • Y más tarde le fue encargada la obra de la parte central que es la Inspiración de San Mateo o San Mateo y el ángel.
Hacía 1600 se alejó de la estética manierista y en 1606 se marchó al exilio y nunca pudo volver a Roma por haber matado a un hombre, finalmente en 1610 murió en una playa solitaria puesto que había enfermado de malaria.
TEMA:
En cuanto al tema de esta obra, Caravaggio representa la escena en la que Mateo junto con otros hombre cuentan las monedas que han recaudado y la acción es interrumpida por la presencia de Cristo y San Pedro. Representa a Cristo señalando a Mateo con el brazo, lo que nos recuerda a la obra de Miguel Ángel, La Creación de Adán situada en la Capilla Sixtina. El apóstol recibe inmediatamente la llamada de Cristo mientras que los demás personajes que miran con asombro salvo 2 que permanecen concentrados en su tarea.
Lo que destaca de esta obra es que Caravaggio representa personajes religiosos como unas escena de la vida cotidiana, en una taberna y con la vestimenta de su época. Este hecho se puede denominar anacronismo ya que representa a personajes religiosos en una época a la que ellos no corresponden y con la vestimenta de dicha época. Centrándonos en los personajes podemos decir que en un principio hay cinco hombres de diferentes edades: tres son jóvenes, un hombre mayor y un anciano.
Sobre la mesa podemos observar una bolsa de monedas, una pluma, un tintero, y un libro de cuentas abierto. Las monedas supuestamente son las ganancias de una tienda, de un juego de cartas o incluso el producto de un robo. En la taberna entran dos hombres desconocidos que son San Pedro y Cristo al que podemos reconocer por el halo luminoso que rodea su cabeza, que en esta obra aparece más disimulado que en las obras del Gótico o del Románico.


COMENTARIO TÉCNICO:

Este cuadro mide 3,5 metros de ancho por 3,25 metros de alto. Se trata de una obra al óleo sobre lienzo. En cuanto a su composición podemos observar una línea diagonal provocada por la luz que irrumpe en la taberna y que continúa con la mano de Cristo que se encuentra levantada. También podemos observar el círculo que se crea a partir de la disposición de los personajes sentados alrededor de la mesa. En ellos podemos observar cierta isocefalia, que significa que las cabezas de los personajes se encuentran casi al mismo nivel.
Caravaggio no se preocupa ni por el fondo ni por la perspectiva aunque podemos observar escorzos en la mesa ya que los personajes están sentados al otro lado, en la pierna de uno de los personajes y en la ventana que se encuentra en la parte superior del cuadro. Y en los personajes que se encuentran más cerca y los que se encuentran más lejos.
La luz en este cuadro podemos decir que es tenebrista ya que fue Caravaggio el que creó este género que a través del juego de luces y sombras, el claroscuro, da volumen a las figuras. Se puede encontrar un significado teológico de la luz de este cuadro ya que Caravaggio identifica la luz con la entrada de Cristo en la taberna, donde predominaban las sombras que simbolizan el pecado.
En cuanto al dibujo podemos decir que es un dibujo difuso, a pincelada suelta, donde emplea una gama de colores de la cual podemos distinguir:
  • Colores cálidos y suaves
  • Colores primarios: como el naranja y el marrón.
  • Colores secundarios:como el rojo.

De las calidades y texturas de este cuadro podemos destacar la madera y el cristal de la ventana del fondo, en los personajes podemos diferenciar la vestimenta, la pluma del sombrero de uno de los personajes, las barbas...

Supuestamente Caravaggio se inspiró en un grabado de Holbein de 1545 de la serie “La danza de la muerte” y lo más seguro es que utilizó personajes de sus obras anteriores como La buenaventura de la cual pertenece el joven del sombrero.
Caravaggio al ser un artista revolucionario y con una vida muy agitada se encontró ante el rechazo de las altas instituciones eclesiásticas ya que consideraban que sus cuadros no transmitían el deseo de devoción ni de oración de la religión cristiana. Sin embargo, él siguió recibiendo encargos religiosos.
En algunas de sus obras finales podemos ver que acentuó el sentido del realismo dramático y los contrastes de luz y sombra como podemos ver en su obra David con la cabeza de Goliat.
Caravaggio tuvo gran influencia sobre autores contemporáneos y sobre autores posteriores tanto en los que conocieron su obra en Roma como en los que no viajaron pero recibieron sus obras. Algunos de estos autores son: Rembrandt, aunque este se alejó de los grandes contrastes de luz y sombra que Caravaggio representaba. También influyó en pintores españoles como José de Ribera o Alonso Cano que pertenecía a la escuela andaluza.
Para finalizar os vamos a leer una cita del Papa Francisco que dijo en su entrevista con Antonio Sparado:


“Ese dedo de Jesús, apuntando así... a Mateo. Así estoy yo. Así me siento. Como Mateo.”

LAS HILANDERAS

LAS HILANDERAS

Esta cuadro es una de las obras cumbre de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez que nació el 6 de abril de 1599 en Sevilla. Pertenece a su última etapa en la cual también pintó Las meninas. Hay que destacar sus etapas anteriores que son la etapa sevillana, la primera etapa madrileña en la que pintó El triunfo de Baco, su primer viaje a Italia donde realizó La fragua de Vulcano, la segunda etapa madrileña con La rendición de Breda y el segundo viaje a Italia donde destaca Vistas del jardín de la Villa Médicis. Todas ellas preceden a esta etapa final en Madrid que se desarrolló entre 1651 y 1660, y destaca porque realizó las obras más extraordinarias. Aquí su pincelada se hizo más suelta y consiguió emplear la luz representando de una manera extraordinaria la perspectiva aérea.
Pero su producción fue más limitada porque su interés se centraba en conseguir el hábito de la Orden de Santiago, lo que suponía el ennoblecimiento de su familia. También hay que destacar que desempeñaba tareas como la de Ayudante de Cámara y Aposentador Mayor de Palacio puesto que trabajó durante casi toda la vida para el rey Felipe IV.
Pero la vida de Velázquez llegó a su fin cuando regresó de Fuenterrabía tras haber sido el encargado de entregar a la infanta María Teresa de Austria al rey francés Luis XIV para su unión en matrimonio. Falleció el 6 de agosto de 1660, con 61 años.

Las hilanderas fue realizado hacia 1657 para don Pedro de Arce, montero real. Entre 1734 y 1772 estuvo en el Palacio del Buen Retiro, más tarde de 1772 hasta 1794 figura en los inventarios del Palacio Real de Madrid y finalmente en 1819 ingresó en las colecciones del Museo del Prado donde se encuentra actualmente.

Se trata de una pintura mueble efectuada con óleo sobre lienzo cuyas medidas son 220 cm por 289 cm.
Es una obra en la que se representa un tema mitológico porque trata del mito narrado por Ovidio en las Metamorfosis. Aracné era una joven lidia que presumía de ser la mejor tejedora y un día se atrevió a retar a Atenea. Realizaron un concurso en el que la joven tejió un tapiz donde se representaba el rapto de Europa que es una de las infidelidades del padre de la diosa, Zeus. Entonces Atenea muy dolida la convirtió en araña condenándola a tejer durante toda su vida.

En este cuadro se diferencian dos planos, en los que parece que se represente un día cotidiano en la Fábrica de Tapices de Santa Isabel. Sin embargo, en el primer plano se puede observar la representación del concurso entre Atenea que es la hilandera que está de frente con un aspecto más envejecido ya que se disfrazó de señora mayor. Ésta establece un contacto con la mujer que está a su lado mediante una mirada. Al otro lado se encuentra Aracné de espaldas manejando una madeja, ella está concentrada en su trabajo al igual que su ayudante. Por lo tanto hay una oposición entre ambas.
En el centro de este primer plano está una joven agachada recogiendo unas lanas del suelo y a sus pies hay un gato.
Y en un segundo plano se distingue a tres mujeres ricamente vestidas que observan el tapiz. Cabe destacar el instrumento que está a la izquierda y a la mujer de la derecha que es la única figura que mira fijamente al espectador como si le invitara a que se una a la escena. Y al fondo está el tapiz del rapto de Europa, haciendo un homenaje a un cuadro que realizó Tiziano para Felipe II. Aracné es la figura del centro del tapiz que viste un atuendo con plegados clásicos y la diosa Atenea está a la izquierda vistiendo su armadura.

En cuanto a la composición cabe destacar que es una de las más complejas. Por ejemplo se observa un triángulo en la mujer que está agachada y la que está detrás en el segundo plano, está composición está comunicada por el brazo extendido de Aracné. Destacan las líneas diagonales como las que forman Atenea con la pierna estirada y su ayudante, la tabla inclinada sobre la que está la rueca o el rayo de luz que se encuentra en la segunda estancia. También hay formas circulares como la rueca o el ovillo de lana que está en el suelo. Y líneas verticales como la del muro u horizontal como las de las escaleras.

Una de las características del Barroco que aparecen en esta obra es el carácter teatral porque en el primer plano destaca el telón que parece que está abriendo una mujer en la parte izquierda como dando comienzo a la fábula.
A esto hay que sumarle la magnífica perspectiva aérea que realiza Velázquez mediante la luz creando un suave contraste entre las zonas iluminadas y las oscuras consiguiendo así una luz vaporosa. Así consigue que haya una sensación de aire entre las figuras y el primer plano queda más nítido que el segundo.

La representación del movimiento es un aspecto que hace referencia a la genialidad de Velázquez. Este movimiento lo consigue en el giro de la rueda de hilar, en la que se representa no solo el instrumento, sino el movimiento mismo. Además también se distingue el movimiento en las hilanderas que están realizando su labor o en la mujer que está agachada recogiendo las lanas a la que le da una sensación de borroso, esto da la sensación de instantánea.

Se aprecia que utiliza unas gamas reducidas de colores, una paleta casi monocroma en pinturas de capa finas y diluidas. Hay una gran variedad de ocres, tierras, óxidos. Se diferencian los colores cálidos como el rojo (primario), naranja (secundario), ocre; y los fríos como azules (primario) y grises en el fondo.
La pincelada que utiliza es muy suelta, siendo propio de su última etapa.

Tratando la luz, se puede distinguir que procede del exterior. En el primer plano hay una ventana tras el telón, pero esta apenas ilumina como podemos ver en la pared contraria que está en penumbra. Y por otro lado en el segundo plano la luz también procede de una ventana situada en la parte izquierda, de ella entra un rayo de luz fácilmente distinguible observando el tapiz, así se puede decir que se busca el claroscuro pero difuminado.

Una de las anécdotas de este cuadro es que sus dimensiones tuvieron que ser ampliadas en el alto y el ancho por el daño sufrido en el incendio del Alcázar de Madrid en 1734.

A lo largo del tiempo ha habido distintas interpretaciones sobre el cuadro una de las primeras fue como dijo Camón Aznar: “Debido a la elegancia y distinción de estas damas elegantemente vestidas, y hasta una cierta semejanza con la infanta, nos hacen suponer que se trata de una visita de la infanta María Teresa y sus damas a la fábrica de tapices de Santa Isabel”.


Y finalmente también hay que señalar que Velázquez utilizó esta fábula para expresar que la tapicería, al igual que la pintura es un arte liberal.

lunes, 17 de marzo de 2014

El rapto de las hijas de Leucipo

Este es un cuadro de Rubens que retrata una escena mitológica de gran violencia y dramatismo. Representa un episodio de la mitología clásica en el cual Cástor y Pólux, hijos de Zeus y Leda, hermanos de Helena de Troya, raptan a las hijas del rey de Mesania, Hilaíra y Febe, para desposarlas; todo ello ayudados por Eros, el dios del amor. Paradójicamente, este suceso de tal brutalidad llevó a una felicidad posterior, siendo Cástor y Pólux maridos ejemplares.
Se puede apreciar la influencia del Rapto de las Sabinas, grupo escultórico realizado por Juan de Bolonia.
En cuanto a su autor, Peter Paul Rubens fue un pintor flamenco que con su arte se manifestó a favor de la Contrarreforma cristiana. Nació en Siegen Westalia, (actual Alemania) en 1577 e inició su actividad pictórica en Amberes. Reside en Italia durante algunos años donde se forma y recibe las enseñanzas de maestros como Tiziano, Varonés o Caravaggio, también visitó España y Francia. Falleció en 1640 en Flandes y dejó un legado artístico inmenso. Delacroix fue un gran admirador suyo y lo llamó “Homero de la pintura”.
A su producción pertenecen obras como el Descendimiento de Cristo, Adán y Eva o las Tres Gracias. En todos ellos podemos observar una serie de características comunes como son el gran dinamismo de sus composiciones, figuras (sobre todo femeninas) de anatomías gruesas, la importancia que le concede a la luz y al color y la variedad de temáticas que abarcó en sus obras desde el retrato, pasando por la mitología y concluyendo con las composiciones religiosas.
Pasando a lo técnico, este cuadro fue pintado mediante la técnica del óleo sobre tabla en 1616 y actualmente se aloja en el museo de Alte Pinakothek en Munich. Es claramente una obra de contrastes: el contraste entre la violencia que da lugar a la felicidad, el contraste entre los colores de la piel terriza de los raptores frente a la piel pálida de las jóvenes, incluso el de los dos caballos, uno encabritado y el otro sereno.
Su composición es dinámica reforzando la sensación general de teatralidad que predomina en el cuadro, que es inconfundiblemente barroca y que se da en la posición de los cuerpos retorcidos y tensos. La organización de los elementos básicos corresponde a una compleja simetría radial. En un primer plano, Rubens coloca a los personajes. Observamos a las hermanas en la parte inferior que aparecen escorzadas. Sus cuerpos trazan dos triángulos, también líneas curvas y transversales. Además, sirven de excusa para pintar desnudos femeninos que eran infrecuentes durante la época.
Cástor y Pólux son los que acaban de componer el resto de las líneas, remarcando la diagonalidad entrelazada predominante gracias sobre todo al caballo encabritado, en ambos vemos claros escorzos laterales. Le dan a la imagen la diagonalidad en aspa. Se aprecia a Eros en el fondo que mira al espectador directamente haciéndolo partícipe de la obra.
La luz es un elemento imprescindible en Rubens. En esta imagen proviene del cielo, es decir, es un foco exterior, y se proyecta sobre los personajes para formar un conjunto de sombras que se aprecia en la esquina inferior izquierda. También las carnes sonrosadas de las muchachas emiten luz y es a lo primero a lo que se dirige nuestra mirada cuando observamos el cuadro.
En la utilización de los colores, el más influyente maestro de Rubens fue Tiziano. Los colores contrastan entre ellos donde el más importante es la dicotomía entre los raptores y las raptadas, pero también entre los colores cálidos como el rojo de las túnicas, el dorado de los cabellos de las muchachas frente a los fríos como el verde y el azul, también los ocres y pardos de los pelajes de los caballos. Se aprecia la maestría con la que Rubens pinta las distintas calidades como los ropajes, la armadura de uno de los hermanos o la sutilidad de las joyas en las hijas.
El escenario en el que se sitúa la obra es un paisaje idílico, un locus amoenus, con una línea baja en el horizonte para no quitarles protagonismo a los personajes.
En este cuadro también se utiliza el ideal barroco de belleza, tanto femenino como masculino. Cástor y Pólux son rudos, violentos, musculosos y de piel tostada, símbolo de virilidad. Helaíra y Febe, en cambio, son de formas ampulosas, cuerpos frágiles y pieles blanquecinas, ideales de gracia y delicadeza.
Es un cuadro con distintas interpretaciones y simbologías, pero entre ellas destaca el oxímoron de un ímpetu y fuerza bruta inicial que conduce a la felicidad, vehemencia que es frenada por el amor. Una alegoría matrimonial en toda regla.

En conclusión, el Rapto de las Hijas de Leucipo es una obra trascendente en el tiempo tanto por su dramatismo o su fuerte intención de incorporar dentro del cuadro al espectador.

domingo, 16 de marzo de 2014

EL ÉXTASIS DE SANTA TERESA, BERNINI

La obra pertenece al Barroco Católico, que surge en Roma entre los siglos XVI y XVII como manifestación del poder de la Iglesia.
Es conocido como el “arte de la Contrarreforma”, y apoya las ideas del Concilio de Trento.
El propósito del Barroco Católico es conectar a los fieles y convertirlos. Se busca lo monumental, algo que impacte al espectador, para aparentar superioridad. La Iglesia entendió el arte como una herramienta de adoctrinamiento y educación moral también.
Los papas se convierten en los nuevos mecenas, y utilizan el arte entre otras cosas, como medio propagandístico.
La escultura barroca deja atrás el equilibrio y reposo del Renacimiento, y aparece la teatralidad en las figuras, gestos más expresivos, etc.
La pintura barroca se va alejando del Manierismo para centrarse en el realismo. El pintor barroco plasma la realidad tal y como la ve.
Respecto a la arquitectura, las líneas rectas son reemplazadas por líneas curvas, para conseguir mayor dinamismo, expresividad, flexibilidad, etc.
Y por ultimo, en el plano urbanístico, aparece una nueva idea de ciudad y se centran en las plazas mayores.

El autor de la obra es Gian Lorenzo Bernini. Este nace en Nápoles en 1598 y muere en Roma en el 1680.
Fue un artista italiano muy completo, ya que era escultor, pintor, decorador, urbanista y arquitecto. Y se considera uno de los máximos representantes del barroco italiano.
Bernini comenzó a formarse en el taller de su padre Pietro Bernini, escultor manierista florentino. Su padre supo reconocer desde un primer momento que el alumno superaría con creces al maestro.
Con tan solo ocho años lo llevaron ante el Papa, y éste, asombrado por el talento de Bernini, señalo al pequeño como el próximo Miguel Ángel.
En 1605, cuando Caravaggio ya estaba dando a conocer su tenebrismo, Bernini llega a Roma.
Bernini trabajó principalmente el mármol, sobre el que tenía gran manejo, pero también realizó algunas obras en bronce. Y se inspiró en Miguel Ángel, el clasicismo greco-romano, el naturalismo de Caravaggio, y el estudio anatómico de Guido Reni.
En sus primeras obras, “Cabra Amaltea”, “Eneas y Anchises” o “Neptuno y Tritón”, se puede apreciar cierto manierismo, por influencia de su padre.
Mas tarde va evolucionando y creando su propio estilo, centrándose mas en la caracterización psicológica de los personajes y en el movimiento, como se puede observar en “El rapto de Proserpina”, “David”, o “Apolo y Dafne”.
A partir de 1625, Bernini quedó ligado a Roma y a la Iglesia, para la que realizó el “Baldaquino de San Pedro” entre otras obras.
Por entonces Bernini ya había conseguido formar su propio estilo, caracterizado por la pasión, el movimiento, con lo que busca implicar al espectador y hacerle partícipe de la obra. El lo conocía todo sobre la pasión; y esa intensidad física fue lo que transformaría la escultura. Nadie antes que Bernini había conseguido hacer el mármol tan carnal.






Bernini era el protegido del Papa Urbano VIII. Este mandó llamarle y le dijo a Bernini: “Tenéis la suerte de verme Papa. Pero yo soy afortunado porque el Cavalieri (Bernini) vive durante mi Papado”.
Cuando Urbano VIII muere, su sucesor, Inocencio X, dejó de hacerle encargos a Bernini; y este entro en crisis. Todavía recibía algún encargo, pero sin importancia.
Llegamos al año 1648, Bernini ya tiene cincuenta años y parece que ya ha pasado su momento de gloria. Y de repente le llega el encargo “milagro”; la oportunidad de representar a una santa como nadie antes había hecho.
El Cardenal Federico Cornaro quería construir una capilla familiar en la Iglesia de Santa María Della Vittoria. Conocía la historia de Santa Teresa de Ávila, y era la única de los santos modernos que todavía no tenía una capilla dedicada a ella. Entonces, los Cornaro le presentan a Bernini el que sería el desafío mas grande de toda su carrera: “El Éxtasis de Santa Teresa”.
Bernini se basó en las palabras de Santa Teresa, expuestas en El Libro de la Vida, para esculpir esta espectacular obra:

"Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aún harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo al su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento".

Este grupo escultórico fue realizado entre 1645 y 1652.
El tema es religioso; la mística de los santos católicos. En este caso se trata de la experiencia mística de Santa Teresa, una religiosa, doctora de la Iglesia Católica, mística y escritora española que pertenecía a la orden de monjas  “las Carmelitas Descalzas” y que ella misma fundó.
Esta obra es un ejemplo de cómo los santos narran sus experiencias de una manera íntima y personal, y los artistas usan al hombre como matriz.

El conjunto escultórico y la capilla están unidos, de manera que hay que contemplarlo como un todo. Se trata de la unificación de disciplinas artísticas con el fin de hacer partícipe al espectador, para que entienda el mensaje místico; lo que se denomina el “Bel Composto”.
La cúpula contiene frescos que representan el mundo celestial; en el suelo está representado el infierno, la muerte; en los laterales, aparecen representados en unos palcos miembros de la familia Cornaro; y en el centro de la capilla, en el interior de un retablo transparente se encuentra el grupo escultórico. En todo esto se puede observar el concepto de teatralidad; algo muy característico del Barroco.






Centrándonos en la escena principal, se trata de un grupo escultórico, realizado fundamentalmente en mármol, de bulto redondo; formado por dos figuras, una levantada y otra recostada a sus pues, comunicadas entre sí.
La figura de la derecha representa a Santa Teresa. Ésta se encuentra literalmente arrebatada, sobre una nube hecha en mármol, suspendida en el espacio.
Su cuerpo esta inclinado hacia atrás, al mismo tiempo que parece encorvarse hacia delante, como levitando a causa de una fuerza sobrenatural.
En su rostro observamos unos ojos entreabiertos, debido al peso de los parpados y a que están cegados por la visión mística, y la boca entreabierta, como emitiendo el gemido del que habla la santa en “su vida”. Bernini se inspiró para esto en el “pathos” de “Laocoonte”.
Su hábito tiene forma de cascada, es muy voluminoso, da sensación de pesadez, y refleja la agitación del momento; además cuenta con multitud de pliegues, que crean contrastes de claroscuro. Bernini exterioriza su cuerpo, de tal forma que su hábito representa lo que le esta sucediendo por dentro a Santa Teresa.
Su mano izquierda cuelga insensible, y sus pies están suspendidos en el aire.
A la izquierda esta un ángel.
El rostro de este es sonriente (sonrisa pícara) y angelical, y su mirada y sus gestos son suaves, lo que aporta serenidad a la obra.
Con la mano izquierda sujeta parte del manto de Teresa y con la mano derecha, una flecha elevada apuntando a debajo del torso de la santa.
Su cuerpo medio desnudo está cubierto por ropajes muy pegados al cuerpo, con formas que desvelan su anatomía; lo que nos recuerda a la técnica clásica de los “paños mojados”.

En cuanto a las texturas, hay mucho contraste y son muy variadas; blandas en las carnes, duras y lisas en los ropajes de la santa, sutiles y pegados al cuerpo en los ropajes del ángel, o rugosas en las nubes.
Bernini intenta comunicar a través de las texturas los distintos tactos y calidades de las figuras, para dar mayor sensación de naturalidad.

La composición es en forma de aspa; típica del Barroco.
Esta forma de aspa se consigue con el cruce de diagonales. Una diagonal va desde la cabeza del ángel hasta el pie de la santa, cruzándose con otra formada por el cuerpo de la santa, y por ultimo encontramos otra marcada por la flecha que sostiene el ángel. Esta última diagonal es descendente, y representa el espíritu hecho carne; y por otro lado, la que forma el cuerpo de la santa es ascendente, y representa la carne hecha espíritu.
La santa parece ser arrastrada hacia abajo por su manto, mientras el ángel se eleva como un espíritu.

La luz, los efectos luminosos, juegan un papel muy importante en la obra.
A simple vista, la luz proviene únicamente de la zona superior, y se materializa en los rayos de madera dorada, que simbolizan lo divino. Pero si visitamos la iglesia al atardecer veremos el efecto lumínico que buscó realmente Bernini; ya que detrás de la capilla hay una ventana oculta con cristal amarillo, que por la tarde filtra la luz directa del sol, que ilumina directamente a Santa Teresa.




Con esta magnífica obra, Bernini supo como conseguir unos efectos escenográficos alucinantes, irreales por la luz y el volumen.


El significado de esta obra, lo que se representa, ha dado mucho que hablar; muchos puntos de vista, numerosas críticas, felicitaciones, debates, etc.
Algunos dicen que se trata de un ataque epiléptico sin más, otros un orgasmo sexual, y los mas acertados, que se trata de amor por Dios.
Bernini, que no era nada ordinario, entendió a la perfección que cuando Teresa escribió acerca de sus raptos, se refería al anhelo de su alma por la unión consumada con Dios.
Lo que llevo a tantas mal interpretaciones y especulación fueron las palabras utilizadas por Santa Teresa, ya que daban la sensación de que el alma y el cuerpo eran la misma cosa.

Gracias al gran trabajo que hizo Bernini con esta obra, la familia Cornaro adoró su capilla y éste volvió a estar en lo más alto del arte.

Para concluir; el Barroco es un estilo artístico que durante mucho tiempo fue considerado decadente y de poco mérito al compararlo con su antecesor, el Renacimiento, y su sucesor, el Neoclásico. Pero obras como el Éxtasis de Santa Teresa enseñaron la maestría del momento y la genialidad del artista, Bernini.
Y la influencia de esta obra y su autor en la escultura posterior fue inmensa, tanto barroca, como neoclásica. Incluso muchas de sus características serian recogidas por la pintura, como en el caso de Rubens.



“La expresión de la Santa en pleno arrebato místico, constituye una de las más grandes realizaciones de todo el arte barroco.”

EL ESCORIAL


El monasterio del escorial se encuentra en Madrid y su construcción se inició con Juan Bautista de Toledo en el año 1563 pero se terminó con un discípulo de este, Juan de Herrera que trabajó en ella desde 1567 hasta 1584. Realizó otras obras como la lonja de Sevilla y la catedral de Valladolid.  El material utilizado en la construcción fue el granito y su nombre completo es Monasterio de San Lorenzo el Real.
Felipe II eligió la Sierra de Guadarrama como lugar para edificar esta por su lejanía con la Corte madrileña, por su buen clima y la abundancia de bosques, manantiales y canteras.

El Renacimiento llegó a España muy tardío y una de las primeras obras de este estilo es el monasterio.
Su construcción fue encargada por el rey Felipe II, entre otras razones, para conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín justo el día de la festividad de San Lorenzo. Y también para enterrar a su padre Carlos V junto con su esposa Isabel de Portugal.  Se define como el mayor exponente de la contrarreforma católica y la lucha de Felipe II contra la herejía.
Cada parte de este monasterio fue mandada construir por Felipe II para cumplir una función determinada como residencia real, monasterio, centro de estudios, panteón de la dinastía imperial, etc.

Planta: La planta rectangular tiene unas dimensiones de 207m por 162m y se puede dividir en tres núcleos: el núcleo central incluye la biblioteca, el palacio de los reyes y la iglesia; el núcleo sur formado por el patio de los evangelistas y el convento; y el núcleo norte integrado por el palacio de los Borbones y el colegio.  Herrera quería construir doce torres, aunque finalmente solo se llegaron a construir seis de estas: dos torres campanario que conforman la iglesia y cuatro torres que están situadas en las cuatro esquinas y que terminan en agujas piramidales.

Fachadas: El Escorial cuenta con cuatro fachadas de las cuales la principal es la fachada oeste. Mide 207m por 20m de altura. En sus dos extremos encontramos dos torres de 56 metros de altura y en el centro la portada principal de acceso al monasterio dando paso directamente al patio de los reyes. En toda la fachada hay una sucesión de ventanas lisas. Destaca su clasicismo y se pueden diferenciar dos partes; la inferior donde encontramos una serie de ocho columnas gigantes de orden dórico, entre ellas varias hornacinas y ventanas algunas de ellas cegadas, y  la superior donde encontramos cuatro columnas gigantes de orden jónico y un tímpano triangular adornado por almenas con esferas de bronce dorado. En el centro de la parte superior se encuentra el escudo real de Felipe II y por encima la imagen de San Lorenzo en una hornacina. También encontramos cuatro picos sobre bases rematados con esferas. Separando el piso inferior del superior se encuentra una línea de entablamento.

La fachada sur mide 161m y es considerada la más hermosa de las cuatro a pesar de ser la más sencilla y con ella se comenzó la construcción. Cuenta con una gran terraza formada por 77 arcos desde la que se puede descender hacia el jardín de la Huerta, donde se encuentra el estanque con finalidad de servir para el riego de la huerta y para la crianza de peces, actualmente en el viven carpas y cisnes.

En el centro de la fachada este se levanta un frontispicio liso, sin ventanas ni adornos, que corresponde al respaldo del altar mayor de la basílica. En ella se encuentran también jardines.

La fachada norte apenas tiene iluminación y cuenta con 180 ventanas.  







Patios

El Patio de los Reyes, también denominado “Antesala de la Eternidad”, está situado nada más pasar la puerta principal del Real Monasterio; es el patio que precede a la basílica, y se concibió como lugar de unión entre la sabiduría divina y humana.
Su forma es rectangular y mide 64 metros de largo por 38 metros de ancho.
Este patio le debe su nombre a las seis esculturas de los reyes de Judá que están situadas en la fachada principal de la basílica, obra de Juan Bautista Monegro. Cada escultura mide 5 metros de alto y está levantada sobre una pilastra rectangular, en cuya base hay una inscripción. Están hechas de granito, mármol blanco y bronce dorado.
En el muro de la izquierda, entre el vano 8 y el 9, y señalada con una pequeña cruz de color negro, se encuentra la última piedra que se colocó en el edificio, en el año 1584.

El Patio de los Evangelistas representa el claustro monacal del convento y fue obra de Juan Bautista de Toledo. Esta dividido en dos pisos, formados por arcos de medio punto (en el piso superior están levantados sobre columnas jónicas y el inferior por dóricas); y a su vez se divide en cuatro grandes cuadrados, orientados según los puntos cardinales, que a la vez se subdividen en otros cuatro. Cada lado del patio mide 46 metros y cuenta con 88 vanos.
En el centro hay un templete octogonal con cúpula, realizado por Juan de Herrera, y bajo este, se encuentra una fuente de la que salen cuatro canalillos representando los cuatro ríos del paraíso. Por último, lo más llamativo de este patio es su gran riqueza decorativa.

Iglesia

La iglesia se podría decir que es una mezcla de planta basilical  y de cruz griega, según el modelo de Bramante para San Pedro del Vaticano.
La fachada, al fondo del Patio de los Reyes, tiene dos cuerpos. El inferior se abre en cinco puertas enmarcadas por seis pilastras de orden dórico-toscano y el inicio de las dos torres de 70 metros de altura a los lados, mientras que el cuerpo superior está adornado con las esculturas de los seis reyes de Judá sobre grandes pedestales y un frontón triangular partido por un ventanal.
Al entrar a la iglesia nos encontramos con un gran vestíbulo,  sobre el que se sitúa el coro de los monjes. Después están las naves, con pilastras toscanas de fuste acanalado y bóvedas de cañón con lunetos. Por último esta el crucero, coronado por una gran cúpula, apoyada sobre un tambor, cuyo peso recae sobre cuatro pechinas, situadas sobre los grandes pilares y arcos de medio punto reforzados con dobles pilastras directamente sobre el suelo.
El interior está decorado por 42 retablos pequeños, y el Retablo Mayor.
El templo culmina en la Capilla Mayor en cuya cabecera se halla el altar y detrás del cual se encuentra el gran retablo diseñado por Juan de Herrera y realizado entre 1578 y 1589. Debajo de la Capilla Mayor se encuentra la Cripta Real, de planta octogonal, con el Panteón de los Reyes, decorado con mármoles jaspeados, y donde reposan la mayoría de los reyes y reinas de las dinastías españolas de los Habsburgo y los Borbón.

El retablo está estructurado en tres cuerpos separados por entablamentos, con una superposición de órdenes clásicos, y está coronado por un ático.
Los dos cuerpos inferiores presentan tres calles principales decoradas con pinturas con escenas de la vida de Cristo y de la Virgen y en el centro el martirio de San Lorenzo.

Para concluir, es importante saber que la influencia posterior de El Escorial fue inmensa porque sintetizó el estilo herreriano o escurialense con elementos constructivos provenientes del clasicismo, proporciones matemáticas entre las partes y los elementos, el uso del orden gigante para las fachadas, el desarrollo de grandes volúmenes cúbicos en el exterior, o el sistema de tejados de arista viva de madera revestida de pizarra con chapiteles flamencos coronando las torres de los ángulos.

También hay que saber que El Escorial es uno de los edificios más significativos del Purismo español.                                               

EL PILAR DE ZARAGOZA (SANTA CAPILLA)


EL PILAR DE ZARAGOZA


Los orígenes de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar se remontan a una pequeña iglesia del siglo IX, que tras la reconquista cristiana fue sustituida por un templo románico y posteriormente se erigió un templo gótico.



La construcción del templo barroco actual fue promovida en 1670 por Juan José de Austria, por entonces Virrey de Aragón. Para su construcción se plantearon distintos proyectos que encabezaron los arquitectos zaragozanos Felipe Busiñac y Felipe Sánchez y que más tarde los continuaría el arquitecto real Francisco de Herrera el Mozo.



Las obras dieron comienzo en 1681. Y en 1730, tras la ampliación del templo, la Basílica alcanzó las actuales dimensiones de 127m de largo por 65,5 de ancho. También contribuyó a darle el aspecto bizantino actual el Marqués de Peralada quien dio la idea de dotar al santuario de cúpulas y torres, que fueron construidas en su mayor parte entre 1796 y 1872, año en el que se consideró terminado el templo. Sin embargo las torres exteriores no fueron concluidas hasta el siglo XX.



La planta del templo es basilical y se articula en tres naves de igual altura, siendo mas ancha la central. Se divide también en siete tramos.



En cuanto al exterior del edificio, su volumen alcanza proporciones majestuosas, esta construido en ladrillo y posee en la actualidad once cúpulas techadas con tejas vidriadas de colores verdes, amarillos, azules y blancos. Una central, dos más pequeñas situadas a ambos lados (sobre la Santa Capilla y el Coro Mayor) y cuatro menores rodeando en los ángulos a estas dos cúpulas medianas. Además, entre los contrafuertes se cierran capillas rematadas con linternas. Y sus torres alcanzan más de noventa metros de altura.



El interior esta revocado en estuco y como ya hemos dicho tiene una planta basilical, dividida en tres naves, las cuales están cubiertas con bóvedas de cañón en las que se intercalan cúpulas y bóvedas de plato, que descansan sobre robustos pilares, decorados a su vez con pilastras adosadas clasicistas. En sus muros se abren capillas laterales cubiertas con cúpulas con linterna o bóvedas.



En cuanto a la nave central se halla dividida por la presencia del altar mayor bajo la cúpula central. El altar esta presidido por el gran retablo mayor de la Asunción. Bajo las otras dos cúpulas elípticas de la nave central, se dispuso la Santa Capilla de la Virgen del Pilar y el coro y el órgano (desplazados actualmente a los pies del templo para dotar de mayor espacio a los fieles)



Nos centramos en la Santa Capilla del Pilar lugar donde se sitúa la columna sobre la cual se apareció la Virgen a Santiago, según la tradición. Se trataba de una construcción externa al templo, tanto en el templo románico como en el gótico, y que pasó a ser integrado en su interior en el barroco.



La Santa Capilla fue inaugurada en 1762 y está realizada en un estilo barroco clasicista.

El espacio está concebido como un baldaquino dentro del templo y situado bajo el segundo tramo de la nave central. La planta es curvilínea de cruz griega de remates redondeados, cubierta por una cúpula central elíptica. La cubierta se encuentra perforada por lo que deja pasar la luz que ilumina y adorna todo el conjunto de esculturas exentas en las cornisas y grupos escultóricos en relieve.



Se trata de un templete aislado de formas curvas y envolventes, con numerosos efectos de perspectiva. Complemento de la arquitectura es la rica variedad escultórica presente en el espacio arquitectónico (figuras, medallones, estucos...).



Concluimos diciendo que estos juegos de curvas y volúmenes son una influencia de la obra de Bernini y Borromini y de la arquitectura bizantina, el rococó y del neoclasicismo.


EL PALACIO DE VERSALLES

EL PALACIO DE VERSALLES

Esta obra es el mayor ejemplo de la arquitectura barroca en Francia, su construcción se debe a la decisión de Luis XIV de trasladar fuera de París el gobierno, la Corte y la residencia de la familia real, por ello encargó su construcción sobre un palacete de caza de Luis XIII dando lugar así al monumento más espectacular de la Monarquía Absoluta que puede verse en Europa.
Durante el Barroco la monarquía absoluta se extendió por casi toda Europa y predominó el sistema del Antiguo régimen, caracterizado políticamente por el dominio de esta monarquía en la que el rey concentra todos los poderes por designación divina; socialmente, existe una sociedad estamental; económicamente, la agricultura era la base de la economía, la artesanía estaba dirigida por los gremios y el comercio estaba limitado e ideológicamente se mantienen los ideales de la Iglesia Cristiana Católica.
El palacio es una obra muy compleja que busca, además de impresionar por su grandiosidad, plasmar el poder real y evidente del régimen absolutista.
Además del gran palacio hay otros edificios como el Gran Trianón, el Pequeño Trianón, el pabellón francés, la Aldea de Mª Antonieta y otras pequeñas construcciones neoclásicas.
Su construcción estuvo dirigida por Luis XIV, por el superintendente de edificios Colbert y por las Academias, que representaban el control estatal; y realizada por Le Vau de 1661 hasta 1678, y desde este año hasta 1710 continuó Mansart, lo más sustancial fue terminado durante el reinado del rey Sol. Además, fueron importantes también las figuras de Le Brun, decorador del palacio y André le Nôtre, jardinero.
El estilo del palacio es el clasicismo francés, puesto en práctica a partir de 1630 y caracterizado por los ligeros saledizos, elementos divisorios horizontales, los contrastes entre diferentes tipos de vanos y el limitado repertorio ornamentado. Los materiales que se emplearon en su construcción fueron piedra, mármol y espejos.
En cuanto a los aspectos técnicos su planta tiene forma de U con las esquinas formando un ángulo recto y en la parte superior de la U salen dos brazos alargados hacia ambos lados. El palacio consta de 3 pisos (basamento, principal y ático).
Toda la fachada del palacio se caracteriza por su simetría y repetición, así como por su austeridad y horizontalidad. Posee en total 2500 ventanas, hay una fusión entre columnas de orden jónico gigante y pilastras, y su ático está coronado por trofeos.
La parte interior del palacio cuenta con 700 habitaciones o estancias, en la parte izquierda se encuentran las estancias de la reina y las del rey en el lado opuesto. Destaca el salón de los espejos, realizada por Mansart entre 1678 y 1684, en la que se hacían recepciones. No tiene gran anchura pero gracias a los cristales situados estratégicamente en el lado opuesto de las ventanas, se refleja el jardín y la estancia parece ser más ancha y grande. Contiene 357 espejos y 17 ventanas y está decorada con escenas del reinado de Luis XIV.
La decoración es de estilo barroco, y las habitaciones están excesivamente decoradas con estampados y colores oro, azules y rojos; tienen gran importancia los efectos lumínicos y la luz, hay una tendencia a la teatralidad y una mezcla de pintura, arquitectura y escultura.
Los jardines son el elemento más espectacular, ocupan más de 100 hectáreas del total de las 800 que ocupa el complejo en total, con ellos André le Nôtre pretendía realizar una propaganda política que demostrara el poder del rey a través de los numerosos jardines, caminos, parterres, lagos y fuentes. Los jardines están dividido en tres zonas: una de parterres y estanques, otra de bosquetes y finalmente un canal que desemboca en un gran estanque octogonal.
La obra transmite unidad, el conjunto de espacio urbanístico, naturaleza y palacio es algo único e indivisible, y cada elemento encuentra su sentido al combinarse con los demás.
Haciendo referencia a las influencias que recibe el palacio, de El Escorial de Madrid no toma la decoración porque el rey sol la considera demasiado sobria pero recoge la idea de que el edificio representara grandeza y colosalismo y del Louvre toma el estilo clasicista en las fachadas monumentales con columnatas y los jardines geométricos.

La obra marca una pauta estilística para toda Europa durante el reinado de Luis XIV, siendo el referente de todos los palacios de la realeza europea. Se convierte en un modelo urbanístico y arquitectónico que influye en la construcción de otros palacios como el Palacio Real de Madrid donde la influencia de Versalles es muy clara, en la idea de ciudad real y regular que reuniese aspectos políticos y cotidianos, el Palacio de Aranjuez o el palacio de Hofburg en Viena.

EL GRECO: EL ENTIERRO DEL CONDE ORGAZ

El Greco fue un artista de finales del Renacimiento, y del Cinquecento por lo tanto, que desarrolló un estilo muy personal en sus obras de madurez.
Su nombre real era Doménico Theotocópoulos pues era originario de Grecia, por ello se conocía con su sobrenombre de “el Greco” que significa “el griego”.
Nació en Candía (Creta) en 1541, que pertenecía a la República de Venecia. El Greco representa un caso único en la evolución de la historia del Arte: hasta 1567, trabajo en Creta como pintor de iconos a la manera postbizantina y llegó a ser maestro pintor, de aquella época conocemos ‘La Adoración de los Magos’. Tras conseguir ese título de Maestro, en 1567 viajó a Venecia, donde residió hasta 1570: allí fue discípulo de Tiziano y pudo aprender su estilo y el dominio del arte del Renacimiento en su empleo del color, la perspectiva, la anatomía y la técnica del óleo, aunque sin abandonar sus usos tradicionales.
Tras un viaje de estudios por Italia se instaló en Roma, donde permaneció hasta 1576, en contacto con el círculo intelectual del Cardenal Alessandro Farnese. Allí también estudió el manierismo y la obra de Miguel Ángel. En 1572 fue expulsado de la servidumbre del Cardenal e ingresó, con derecho a abrir su propio taller, en la asociación gremial romana, la Accademia di San Luca.
En 1576, El Greco se traslada a Madrid. Recibe encargos de Felipe II, que entonces desarrollaba la gran obra de El Escorial. Entre otras, pintó para el rey ‘El Martirio de San Mauricio’, una obra que no fue del agrado del monarca.
El Greco se establece en Toledo en 1577, ciudad en la que vivirá sus mejores años como artista. Conforme avanza su vida en Toledo, su pintura se hace cada vez más subjetiva e intelectual, allí alcanzó la madurez pictórica fruto de su paso por Italia y por los talleres de los mejores pintores de la época. Su taller gozó de gran actividad.
Algunas de sus principales obras son: Laocoonte y sus hijos, La ascensión, La santísima trinidad o El bautismo de Cristo.
La obra recibe influencias de los “Santos Entierros de Cristo” de Tiziano.
El origen del cuadro hay que situarlo en un encargo de Andrés Núñez de Madrid, párroco de Santo Tomé, que realiza el encargo a El Greco en 1586 para que pinte un lienzo que iba a ir situado en una capilla lateral de la Iglesia de Santo Tomé en memoria del benefactor de este templo, muerto dos siglos y medio antes, en 1323 y enterrado en la Capilla de la concepción de esta iglesia.
Ese cuadro tenía que representar el milagro que ocurrió en aquella iglesia cuando se iba a enterrar a Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de Orgaz, en ese momento bajaron del cielo San Agustín y San Esteban y lo entierran ellos mismos en reconocimiento de la generosidad que este noble había mostrado en vida hacia estos santos.
La obra no se movió de su emplazamiento original, por lo que goza de un excelente estado de conservación, hasta 1975, cuando fue desmontada y separada en una estancia del resto del templo para que las visitas no impidieran el culto.
Esta obra se sitúa dentro del estilo manierista. El manierismo es un estilo de transición entre el Renacimiento y el Barroco, creado recientemente y caracterizado sobretodo en pintura, por su excesivo refinamiento, morbidez y sensualidad reflejadas en el estudio de desnudos, la elección de colores, el leve alargamiento de las figuras… y la llamada línea serpentinata, que forman las espaldas y caderas de las figuras, levemente torcidas dando impresión de suave movimiento. El retrato está como alejando al retratado del espectador. Busca lo no convencional, incluso lo inquietante. Cronológicamente abarca de 1520 a fin de siglo.
La técnica empleada es la del óleo sobre lienzo se trata de una mezcla de resinas y aceites con pigmentos, normalmente de origen vegetal. Las dimensiones son de 4,6 x 3,6 m.
En cuanto a la composición el cuadro está  formado por dos escenas basadas en la idea es crear dos mundos, el terrenal en la parte inferior y el celestial en la superior.
Atendiendo a la parte inferior, se representa en ella la escena del entierro. Predominan el luto y la seriedad, también es destacable que todos los labios están sellados. En esta parte pueden diferenciarse dos planos de caballeros.
Los personajes más importantes del primer plano son:
El señor de Orgaz, representado con una lujosa armadura y no humildemente como sucedería en realidad, que va a ser depositado en el sepulcro. Éste es sujetado por San Esteban (izquierda), en cuya túnica se representa su propio martirio y San Agustín (derecha) en cuya túnica hay retratados una serie de santos. Ambos llevan ropajes muy adornados y bordados en oro.                                                                                                                                                                                 El cura con roquete, que está de espaldas, hace caso omiso al entierro y contempla la introducción del alma en el cielo; el cura que celebra el funeral que sin duda representa a Andrés Núñez, párroco de santo Tomé, y un fraile franciscano.                                                                    Por último destaca la figura del niño en la que el Greco retrata a su hijo Jorge Manuel, este no sigue la ceremonia con gran atención y parece que señala la flor de la túnica de san Esteban o quizá al personaje central del cuadro. De su bolsillo sale un papel en el que se lee “Domenico Theotocopuli 1578” año del nacimiento del niño.
En el segundo plano hay una fila de caballeros formada por una serie de personajes reales contemporáneos del autor, esto supone el primer retrato colectivo de la historia del arte español. Hay que destacar al único caballero que mira al frente, que se trata de un autorretrato del autor.                                                                                                                                       Existe un anacronismo e inverosimilitud con la mezcla de personajes ya que se llevan más de 200 años con el señor de Orgaz que había muerto mucho antes.
En cuanto a la parte superior, representa una visión divina del mundo celestial donde irá el alma del difunto.
La figura central es la de Jesucristo resucitado que ordena a san Pedro, a su derecha, que abra las puertas del cielo para el alma que llega; debajo se encuentran a un lado la Virgen María vestida de rojo y azul en disposición de acoger al alma y al otro san Juan Bautista.  En la parte de abajo se encuentra un ángel que sujeta el alma del conde, representada en forma de feto o crisálida que se introduce al mundo celestial mediante una entrada en forma de útero. A la derecha del cuadro hay un grupo que mira con adoración a Dios y debajo de estos un grupo de tres personas. En la parte izquierda aparecen diversas figuras del Antiguo Testamento.
Haciendo referencia a los aspectos técnicos de la obra:
Debido al estilo manierista que utiliza el autor se aprecian: un alargamiento de las figuras, que son más bien estáticas, con lo que pretende la búsqueda de la belleza mediante la estilización; el uso de figuras serpentinatas (figuras retorcidas que buscan extraños escorzos); y un cierto “horror vacui”.
En la parte inferior hay una composición circular y  destaca la composición romboidal de la escena superior, con Cristo, la Virgen, San Juan y el ángel, en los vértices del rombo.
Los colores de las dos partes en las que se divide el cuadro también se encuentran muy diferenciados. En la parte inferior destacan colores primarios como el blanco y el negro  y terciarios como el dorado. Y en la parte superior hay un gran contraste entre colores como el gris (secundario) y el blanco; y el azul y el rojo (primarios). Los tres primeros se tratarían de colores fríos y el último es un color cálido. Se emplea la técnica del sfumatto  que consiste en la difuminación de las capas pictóricas para dar sensación de profundidad).
La luz en la parte terrenal procede de las seis antorchas y de los ropajes mientras que en la parte celestial emana de las vestiduras de los personajes, otorgados por colores como el rojo, dorado o naranja y de una fuente indefinida.
También se aprecian calidades táctiles en la minuciosidad con la que están representados los ropajes de ambos santos y el roquete que viste el cura.
La perspectiva del cuadro es aérea, pues los elementos más alejados se ven más borrosos, sin embargo hay una falta de estudio de la perspectiva y el espacio, esto es una característica del manierismo típica de El Greco.
En definitiva esta obra constituye la cumbre del renacimiento español en cuanto a pintura. Transmitiéndonos por una parte la tristeza, el dolor y en ocasiones la indiferencia de algunos personajes en el entierro que se está representando en el mundo terrenal frente a la esperanza al entrar el alma al nuevo mundo, el celestial.

Algunos autores la han definido como “no sólo es la obra cumbre de El Greco, sino la obra maestra de toda la pintura”.