LA ALHAMBRA DE GRANADA.
Introduciéndonos
en la ciudad de Granada, ciudad
sobre la que se han escrito numerosas leyendas, encontramos La Alhambra. El verdadero origen de
Granada surge con la tribu ibérica de los túrdulos,
la cual le dio a la ciudad el nombre de Ihverir.
Este territorio fue conquistado más tarde por los romanos, dándole el nombre ibérico de Illiberis y latino de Florentia.
Tiempo después, en el 711 se produjo
la invasión musulmana. En el 745 un destacamento rezagado del ejército musulmán
que había participado en la batalla fue a Córdoba para reclamar su botín.
Debido a su gran tardanza, se les ofreció un lugar en una tierra alejada, la
actual Granada. A partir de entonces Ilíberis se llamó Elvira para los musulmanes y en 1013 se convirtió en un reino
independiente. En 1238 Ibn al-Ahmar se proclamó primer sultán nazarí y desde
entonces la ciudad comenzaría su esplendor donde destacamos la construcción de La Alhambra. Tras la conquista cristiana la Alhambra fue mandada preservar por los
Reyes Católicos, pero tiempo después fue abandonada por los sucesivos gobiernos
españoles y destruida por la posterior ocupación francesa. Finalmente, en 1870 la Alhambra fue declarada Monumento Nacional y en 1984 fue declarada junto al Generalife Patrimonio
de la Humanidad.
El
nombre de Alhambra proviene del color rojizo de sus muros (significa
“castillo rojo” en árabe). Al igual que el resto de los palacios árabes realiza
doble función: servía de morada para el sultán y era la sede del aparato
administrativo del Estado.
Su
recinto amurallado ocupa 104.697 metros
cuadrados, a los que se suman otros tantos del Generalife. Debido a su aspecto exterior totalmente fortificado, nos
da la apariencia de castillo. Sin embargo, dentro de sus muros encontramos una Ciudad Palatina, cuya única zona
militar es la Alcazaba. Desde ésta
parte la Calle Real que llega hasta la zona urbana. La muralla que rodea la
Ciudad Palatina tiene cuatro puertas principales: dos al Norte y dos al Sur. La Alhambra consta de una estructura urbana,
heredera de la tradición andalusí e islámica, que ha sufrido diferentes transformaciones debido a un gobierno
inestable y una política cambiante.
Atendiendo
a sus aspectos técnicos, conocemos
que fue realizada con materiales pobres.
Se utilizó ladrillo recubierto de yeso y estuco, en pilares bóvedas y arcos. También mampostería y mármol en
las columnas y suelos y además la madera
de los techos. Estos materiales que en principio parecen tan sencillos, son los
que le dan la gran belleza al palacio, ya que los elementos ornamentales
ocultan la pobreza de los materiales constructivos.
Para
su construcción sólida y fuerte se
utilizaron sillares de piedra y mortero con arcilla
ferruginosa. En su interior la Alhambra alberga diferentes sistemas de revestimiento. Las columnillas de
mármol tienen un fuste estilizado y esbelto que emana de un plinto cuadrado,
algunas con basa y otras no. Hay capiteles de dos tipos, unos con mocárabes y
los otros con dos cuerpos. Sin embargo, el papel
constructivo reside en los adintelamientos
superiores y los pilares de descarga.
La
principal preocupación de los arquitectos fue cubrir con decoración cada
espacio,haciendo uso del horror vacui mediante los principales elementos decorativos
islámicos:
En
primer lugar, la epigrafía, arte de
la escritura bella, con la que se expresa la palabra de Dios. Tiene una doble función: ornamental e
iconográfica. Ésta alberga fragmentos del Corán y la frase predominante que
utiliza es la de “Sólo Dios es vencedor”.
A continuación el ataurique o decoración vegetal, que fue la más utilizada en el
Palacio de la Alhambra. Tal y como indica su nombre, consiste en decorar con
motivos vegetales el espacio.
Por último, los motivos geométricos, que simbolizan la indivisibilidad
de Dios. Tienen como forma perfecta el círculo. Destacan las lacerías, que consisten en una serie de
líneas entrecruzadas, alternadas unas sobre otras formando figuras estrelladas
y poligonales. Además destaca también la labor de sebka ,que presenta una retícula de rombos lobulados o mistilíneos.
La
decoración en mocárabes destaca
principalmente en la Alhambra y es de una gran riqueza. Aparece en las
techumbres en las que las maderas y el yeso simulan estalactitas formando
alvéolos a distintas alturas.
Podemos observar una disposición reiterativa de los motivos
decorativos, el paso del realismo a la estilización y la densidad
ornamental es constante. Además se busca la supresión de la materia, jugando
con la luz y los brillos.
El agua, los colores, la vegetación y la luz están presentes en todo
el palacio. La primera, actúa como
un espejo que refleja las fachadas del edificio, aportando sonoridad. Además
contiene un poder vivificador de las plantas. Todo ello hace que el visitante pueda disfrutar de una
experiencia sensorial utilizando el sentido
del tacto, el oído y el olfato .
Son muchas
las diferentes salas y espacios de la Alhambra que se pueden analizar. En este
caso nos centramos en el Mirador de
Daraxa:
El Mirador de Daraxa.
Este
mirador es parte de la Sala de las Dos
Hermanas, la cual se encuentra dentro del conjunto del Palacio de los
Leones. Situada en la zona del patio norte, tiene una planta rectangular
subdividida a su vez en tres habitaciones: la central, cuadrada, que es la
propia Sala de las Dos Hermanas, y las otras dos rectangulares: la Sala de los Ajimeces y El Mirador de Daraxa o Lindaraja. Situados
en la Sala de las Dos Hermanas,
podemos afirmar que debe su nombre a las dos grandes losas gemelas de mármol
que contiene la fuente situada en su pavimento, la cual cuenta con un surtidor
y un canalillo que conducen el agua hasta el Patio de los Leones. La sala es
cuadrada y tiene su entrada en un arco semicircular festoneado en su intradós con
las puertas de madera originales.
En ella, el elemento decorativo más destacado es la cúpula de mocárabes
formada por un tambor octogonal, sobre el que se superpone la carcasa de
madera. Su diseño geométrico se conoce como el lazo de a ocho (éste parte de una estrella de ocho puntas cuyos
brazos se prolongan por rotación mediante la caída de más de 5000 celdillas).
Fue elaborado por los mejores matemáticos y astrólogos del momento, que con una
iluminación perfectamente estudiada, consiguieron dar el efecto de un cielo
estrellado. Además es de destacar la gran abundancia de decoración de la sala,
por sus yeserías, los estucos y sobre todo la riqueza de los zócalos.
Desde
la Sala de los Ajimeces entramos al mirador por un gran arco apuntado de
mocárabes, es una de las zonas más conocidas de La Alhambra, desde el que se
veía el exterior y disfrutaban de la idea
musulmana de paraíso. El nombre
de Lindaraja deriva de Ayun Dar Aisa, “los ojos de la casa de Aisa”. En cada
una de sus dos paredes laterales tiene un arco y en la pared restante se abre
la ventana más ancha, que contiene dos arcos que miran al Patio de Daraxa. Estos dos arcos gemelos son de medio punto y
festoneados en el intradós. Se apoyan en finas columnas anilladas de mármol y
capitel cúbico, con decoración de atauriques y meandros. Sobre los ventanales
aparecen unos arcos de mocárabes,
en cuyos paños aparecen inscripciones de alabanza a Dios, a Mohamed V y
poesías. Sobre el zócalo
alicatado de sus muros encontramos una exuberante decoración en estuco, con
variedad de formas decorativas. Culmina en una serie de arquillos ciegos, que
soportan un friso con el lema «sólo Dios es el vencedor». El suelo es de azulejos, aunque se encuentra muy deteriorado. La techumbre, recientemente restaurada, es una armadura de
madera de pino, en forma de artesa invertida, con cristales coloreados, que
proporcionaba gran iluminación. Desde los alféizares de las ventanas, muy
bajos, se podía contemplar originariamente el bosque de la Alhambra, el valle
del Darro, el barrio del Albayzín. Sin embargo, la construcción de las
habitaciones del emperador al otro lado del jardín de Daraxa obstaculizó esta
panorámica.
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