Así, Claude Monet, nacido en 1840 en París, se crió en Le Havre
donde asistió a clases de dibujo y pintó marinas, ganando además algo de dinero
realizando caricaturas. Con 15 años ya tenía cierta reputación como caricaturista. No quiso formarse en ninguna escuela
oficial, y muy pronto se vio influido por Manet
y por la pintura al aire libre. Tras conocer la obra de Turner en su viaje a Londres, empezó a
interesarse por la plasmación de los efectos de niebla y de vapor, influyendo
la fotografía claramente en sus obras. A partir de ese momento no dejó de
buscar la captación de instantes muy precisos, tal y como se ve en los diez
cuadros que realizó de La Estación de
San Lázaro, o la serie de La
Catedral de Rouen, queriendo plasmar los distintos efectos de luces y
sombras y de atmósferas. Finalmente
recurrió a la acuarela porque ésta
le proporcionaba mayor transparencia, como se ve en las vistas al Parlamento de Londres que realizó en
sus últimos años.
Monet llevó a cabo este cuadro en 1872 y en él aparecen
representado un paisaje con tres botes
de remos en el puerto de Le Havre al amanecer, mientras en el fondo, entre la
niebla y el humo de las fábricas, está saliendo el sol.
Es un óleo sobre
lienzo de 48cm 63cm que actualmente
se encuentra en el Museo Marmottan-Monet, en París. En la imagen se pueden
observar todas las características propias del Impresionismo.
Esto se puede relacionar con la influencia que la fotografía tuvo sobre todos estos autores.
La técnica utilizada es la pincelada suelta propia del Impresionismo, las figuras aparecen desdibujadas, quedando los botes y las personas
que navegan en ellas reducidas a manchas,
al igual que las fábricas. No hay ningún contorno dibujado, la humedad del ambiente ha invadido todo
el cuadro desdibujando las líneas de los contornos, y son estos toques de pincel los que nos permiten distinguir
los elementos que conforman la imagen.
Con esta pincelada también se consiguen los efectos lumínicos del cuadro, donde la tenue luz del amanecer procedente del sol crea zonas en
penumbra como los botes y las fábricas, y el reflejo que todos estos producen en el agua, otra de las características propias del Impresionismo.
De esta manera el foco del cuadro es
natural, quedando éste también
reflejado en el sol, alargándose por efectos de las olas del agua.
En cuanto a los colores,
la gama cromática en la que se mueve Monet en este caso son los anaranjados y los azules y violetas.
Las zonas de colores cálidos y fríos se equilibran perfectamente, resultando
casi simétricas, y tomando como eje la línea del horizonte. La división
del cielo en una zona de amarillos y rojos y otra en azules y violetas se
reflejan en el agua a modo de espejo,
de manera que dentro de la zona fría está el sol, y su reflejo en el agua con
un rojo intenso que deja filtrar el amarillo también que aparece en el cielo,
forma una “i” de “impresión”, como un grafismo o jeroglífico.
Los pesos del cuadro,
habando de la composición, están bien
repartidos ya que Monet situó las barcas al lado izquierdo del lienzo y lo
compensó con el sol a la derecha, que atrae la mirada del espectador hacia ese
lado. Se pueden establecer distintos
triángulos de zonas frías y calientes en la zona del cielo, y otros
distintos en la zona inferior, en el mar, divididos por las barcas, situadas de
manera diagonal. Esto da una sensación
dinámica dentro de la quietud y de la estática.
Además en el cuadro se distinguen diferentes líneas de composición, con la
combinación de líneas rectas y
verticales en las velas y en las chimeneas, y horizontales en los movimientos y en las ondas de los reflejos del
agua, así como la línea del horizonte. Hay curvas
en los humos y un círculo en el sol,
cuya forma está muy marcada. Los ritmos
se producen al repetirse formas
semejantes como las barcas, los mástiles y las chimeneas. Además hay
repeticiones de zonas naranjas en los reflejos del sol en el agua, y trazos de
un violeta más oscuro en cada movimiento del agua, que hacen que toda la obra
sea una unidad.
En la composición también se puede observar otra
característica del Impresionismo, pues tenían predilección por la representación del agua, y en el cuadro
ocupa el mar más de la mitad de la
imagen.
La perspectiva y
profundidad se puede observar sobre todo en el agua, además de que las barcas van disminuyendo su tamaño conforme
se van acercando a la línea del horizonte. Además también se desdibujan más los
contornos cuanto más lejos están los elementos del espectador, además de que el
humo y la humedad difuminan todas las figuras y las fábricas del fondo.
De esta manera, nos encontramos ante el autor considerado el
precursor del Impresionismo, siendo este cuadro la máxima expresión de todos
los aspectos de este movimiento que
consiguió establecer la unidad de una serie de características que se empezaron
a dar ya incluso en el barroco con autores como Velázquez.
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