viernes, 16 de mayo de 2014



“EL GRITO” de Edvard Munch

Nos encontramos ante “El grito” (89 x 73,5 cm.), obra realizada al óleo, temple y pastel sobre cartón por el pintor Edvard Munch en 1893. Pertenece al movimiento artístico denominado Expresionismo y actualmente se encuentra en la Galería Nacional de Oslo (Noruega).

El expresionismo fue un movimiento artístico perteneciente a las vanguardias históricas (movimientos artísticos de carácter innovador), que se desarrolló durante las dos primeras décadas del s.XX y cuyo epicentro se dio en Alemania. Se caracteriza porque los artistas transmitían su angustia y pesimismo en sus obras a través del color y las formas, que se alejaban de la realidad para expresar lo mas interno, los sentimientos y las emociones del autor. Es un reflejo de l pesimismo generado por las circunstancias históricas del momento (guerra, revolución industrial). El expresionismo tiene como precedentes a Van Gogh, Gauguin y a Goya con sus pinturas negras. Y en cuanto a sus propulsores, encontramos al belga Ensor y el noruego Edvard Munch.

Edvard Munch (1863-1944) fue un pintor y grabador perteneciente a la corriente expresionista, de la cual es su máximo representante.
Nació en Noruega y durante su  infancia vio morir a su madre y a su hermana de tuberculosis, estas muertes y las obsesiones religiosas de su padre marcarán su vida, que será triste, solitaria y melancólica.
Durante su infancia en Cristiania (actual Oslo) empieza a estudiar arte al tiempo que se relaciona con los grupos bohemios radicales. El movimiento bohemio noruego criticaba la estrechez de principios morales y éticos de la burguesía y las injusticias sociales y desigualdades económicas que acompañaron a la revolución industrial.
A finales del siglo XIX, con el triunfo de la revolución industrial y la sociedad mecanizada, se impone un nuevo tipo de sociedad que Munch y los bohemios rechazaban. No querían una sociedad subordinada a la economía, y usaban su arte para luchar contra ella.

Con 22 años viajó a Paris, allí conoció los movimientos pictóricos más avanzados como el Impresionismo, y a artistas como Toulouse-Lautrec y Van Gogh, pero por el que se siente realmente atraído es por Gauguin.
Tras este viaje realiza sus primeras obras, las cuales una vez expuestas suscitaron escándalos y rechazo. En el año 1892 expuso en Berlín y sus obras impactaron tanto a las autoridades que cancelaron la muestra.
Munch decide dar rienda suelta a la expresión de sus sentimientos en sus pinturas mediante un estilo propio que dará lugar al expresionismo. Utiliza colores fuertes y puros, y distorsiona y retuerce las formas para lograr transmitir el ritmo de los sentimientos y emociones que quiere representar. "No podemos pintar eternamente mujeres que cosen y hombres que leen: yo quiero representar seres que respiran, sienten, sufren y aman." Por lo que los temas que más utilizó fueron los relacionados con los sentimientos y las tragedias humanas, como la soledad, la angustia, la muerte y el erotismo. Además realizó numerosas xilografías, aguafuertes y litografías.

Estuvo viviendo en Alemania varios años, sobre todo en Berlín, aunque hizo frecuentes viajes a Noruega y París donde realizó numerosas exposiciones.
A pesar de su fama, Munch sufría continuas crisis nerviosas que le obligaban a pasar algún tiempo en un sanatorio, también tenia problemas con el alcohol y una enfermedad en los ojos que le dificultaba su labor como pintor.
Realizó numerosas exposiciones y en sus últimos años llevó una vida solitaria hasta su muerte en 1944.


Análisis de la obra:

El Grito fue pintado en 1893 en París, una de las cunas del pensamiento contemporáneo, y uno de los lugares donde hubo más reacciones sociales como consecuencia de la Revolución Industrial.
Se trata de una pintura realizada al óleo, temple y pastel sobre cartón.
Se encuentra dentro de la obra capital de Munch titulada “el friso de la vida”.

En el cuadro encontramos, en un primer plano, a una figura con un rostro casi cadavérico sobre una pasarela que mira al espectador mientras se lleva las manos a la cabeza tapándose los oídos horrorizado mientras emite un angustioso grito. Su rostro transmite miedo, soledad, angustia, desesperación…
En un segundo plano, a la izquierda del cuadro, vemos dos siluetas anónimas que se alejan, ajenos e indiferentes al grito de desesperación que se ha desencadenado a su alrededor.
Y al fondo hay un paisaje que corresponde con el fiordo de la ciudad de Oslo, a la derecha se perciben algunas casas y en el centro dos pequeñas embarcaciones. Este paisaje de formas curvas y retorcidas se ve contagiado por el grito visceral del protagonista. El grito de la naturaleza y el hombre se funden en uno solo.
El propio Munch describe la escena así: “Paseaba por un sendero con dos amigos. El sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve; me apoyé en la barandilla, preso de una fatiga mortal. Sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí, temblando de miedo. Y sentí el grito interminable de la naturaleza.”

En cuanto al tema, de carácter subjetivo y emocional, se trata de la desesperación de una persona que ya no puede aguantar más, que necesita gritar. Esta persona representa a la sociedad de finales del siglo XIX y el grito simboliza la incomprensión y desesperación hacia la nueva forma de organización socioeconómica que se estaba estableciendo, la soledad que provoca la alienación de la sociedad industrial, la angustia del hombre contemporáneo…

Tiene una composición en diagonal marcada por la barandilla del puente, la cual divide el cuadro en dos, a la izquierda el protagonista de la obra y su desesperación; a la derecha, el mundo, la incomprensión y el vacío que le atormenta, todo expresado a través de pinceladas de potente color, alargadas y nerviosas. Hay un fuerte contraste entre las líneas rectas de la izquierda y las ondulaciones constantes de la derecha.

Consigue crear profundidad y perspectiva con la diferencia de tamaño del personaje principal y los otros dos, y con la diagonal de la barandilla que se proyecta hasta el infinito.
El empleo de los colores, violentos y completamente arbitrarios, mediante agresivas bandas de color, es puramente simbólico y trata de transmitir al espectador el agitado estado de ánimo del autor y no una verdad racional.
Crea una contraposición entre las gamas cálidas (naranjas) y frías (azules).
La luz es antinaturalista, no proviene de un foco determinado y no utiliza el claroscuro.

Cabe destacar que Edvard Munch realizó 4 obras con este mismo nombre y con características muy similares, una de ellas se trata de una litografía.

Este cuadro influyo en el expresionismo alemán, y especialmente en la corriente conocida como ‘El puente’, cuyos componentes criticaban las sociedades regidas por el trabajo industrial y por el sistema socio-económico de la época.

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