sábado, 17 de mayo de 2014

la noche estrellada

Este cuadro fue pintado por Vincent Van Gogh en 1889. La obra trata de las vistas nocturnas que tenía Van Gogh desde su habitación en el sanatorio mental de Saint-Remy, donde pasó los últimos años de su vida. Esta es una de las obras más conocidas y más gloriosas del autor. Vincent vio unas estrellas danzantes en una noche iluminada desde su celda oscura y solitaria, más o menos como fue su vida.
Vincent nació en la ciudad de Groot-Zundert, Países Bajos, 1853. Fue el mayor de una caterva de seis hijos de un pastor protestante y es reseñable su relación con su hermano menor, Theo, que lo apoyó emocional y económicamente. Se cartearon durante años y en esas epístolas, Vincent expresaba con un lenguaje lleno de lirismo y sensibilidad todos los sentimientos y todos los tormentos que se apoderaban de él.
Para el arte no estaría mal vivir más de una vida”, le confesará en ellas.  
Estudió en París y residió en Londres donde señaló el inicio de una primera etapa creativa. Hacia 1880, descubrió en la pintura su auténtica vocación, considerándola una vía para consolar a la humanidad. En los primeros años de la década de 1880 estudió con diversos pintores, entre los que cabe destacar a Anton Mauve. Su rápida evolución y el conocimiento de los impresionistas lo llevaron a abandonar la enseñanza académica y a reunirse con Theo en París en 1876. Su hermano le presentó a Pissarro, Seurat y Gauguin, hecho que transformaría su pintura por completo. Allí creó El retrato de Le Père Tanguy, inspirado en la pintura nipona. Su interés por el color y por la captación de la naturaleza lo indujo a trasladarse a Arles, donde su obra fue progresivamente expresando con mayor claridad sus sentimientos sobre lo representado y su propio estado mental. Pero las sombras que se cernían sobre el artista eran cada vez más acusadas, la primera crisis mental, en la que se cortó parte de la oreja izquierda, tuvo lugar en la Navidad del mismo año 1888. Pintó Terraza de café por la noche. En abril del año siguiente, ante el temor a perder su capacidad para trabajar, pidió ser ingresado en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy-de-Provence donde permaneció doce meses. Por consejo de su hermano, viajó a Auvers-sur-Oise (Francia). Allí, su pintura alcanzó el culmen, pero no el ánimo del pintor que finalizó con su vida pegándose un tiro en el pecho en el año 1890. Sus últimas palabras fueron: “la tristeza durará por siempre”.
En cuanto al cuadro que nos corresponde, se ven el él claras características que se repiten a lo largo de la producción artística de Van Gogh como la pasión por la naturaleza, la utilización de colores planos y vibrantes o el uso de líneas claras y decorativas.
Es un óleo sobre lienzo, sus medidas son 74x92 cms y actualmente está en el MOMA de Nueva York.
En sus aspectos formales, la obra se puede dividir en cuatro planos: la de los árboles, el pueblecito, la línea montañosa y el cielo. Encontramos que la línea del horizonte está baja para darle todo el protagonismo al cielo. Los cipreses y la iglesia le dan verticalidad a la escena. Además, los cipreses constituyen un elemento unificador de lo terrenal y lo celeste, crean contraste con la horizontalidad predominante y dan dinamismo al cielo. Así, la perspectiva no es una tradicional, sino más bien rudimentaria conseguida sobre todo con la imagen del ciprés.
La línea  transmite una gran carga expresiva. Se engrosa acentuando la direccionalidad y el sentido rítmico, sugiriendo volúmenes. Las líneas son predominantemente curvas para expresar un movimiento ondulante, danzante marcando recorridos visuales como las líneas sinuosas del ciprés del primer plano o aquellas que reproducen los astros y dan la sensación de vivacidad, baile y un movimiento casi eufórico.
Las únicas líneas rectas son las de los tejados de las casas. Los contornos de las casas del pueblo están marcadas con gruesos trazos de tonos oscuros, igual que las montañas, que recuerdan la técnica del cloisonnismo (poner en contraste violento zonas de colores puros separadas con líneas muy acusadas causando un efecto que recuerda las vidrieras medievales) empleada por Gauguin.
Pero claramente, lo más llamativo de esta obra es su color. El color no se corresponde con la realidad, sino con las emociones. El equilibrio de color afecta directamente a las connotaciones que los colores predominantes producen en quien las contempla, aunque si esto fue intencionado o no, sigue en debate. El autor expresa los efectos de la naturaleza mediante la luz y el color. Así, predominan los colores primarios azul y amarillo en una sugerente gama que va desde las tonalidades más oscuras a las más claras, jugando así con colores complementarios. Hay un contraste entre la luminosidad del cielo y la oscuridad del pueblo, un color cálido, el amarillo, con un color frío, el azul. El pueblo es azul como las montañas que pinta al fondo y esto da una sensación de quietud y silencio en la tierra.

Esta obra ha tenido múltiples interpretaciones, una bíblica, basándose en el episodio del Génesis (37,10) según el cual, José tiene un sueño con once estrellas, el sol y la luna, la cual no estaría del todo desencaminada ya que Van Gogh estudió teología y era buen conocedor de esta. También, puede que esta imagen simplemente muestre la degradación mental del artista y realmente fuese así como percibiese la realidad. O podría tratarse de algo más simbólico como los intentos del artista por encontrar siempre la belleza en el mundo, las estrellas que danzan, el cielo que se ilumina en la noche. 

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